PÁGINA 2 | MOMENTOS | SORTEM
TIEMPO
Como psicólogo tengo una ventaja de la
que, desafortunadamente, carece el
personal funerario: dispongo de tiempo con
el familiar en duelo. Tiempo para escuchar
a la persona, tiempo para comprender su
dolor y tiempo para conocer su historia.
Sin embargo, los trabajadores de la
funeraria entran en contacto durante un
periodo de tiempo muy reducido con
familiares inundados por sentimientos, a
menudo, extremos. Además, deben ofrecer
todo un servicio técnico al difunto y a la
familia, deben ocuparse de una serie
innumerable de asuntos prácticos como las
esquelas, las flores, etc. Y todo ello en un
momento en el que toda la historia de la
familia, los desacuerdos, los rencores, la
culpa y todo otro tipo de problemas
personales se amplifican de manera
significativa.
Uno de los síntomas de nuestra sociedad
actual, al menos en el mundo civilizado, es
el tabú de la muerte. La hemos convertido
en una realidad tan temida hasta el punto
que la estrategia generalizada para
gestionarla es mirar hacia otro lado y hacer
como que no existe. Esto contribuye de
manera importante a la amplificación ya
mencionada.
Esta manera evasiva de gestionar la muerte
es la habitual en la mayoría de nuestra
población, independientemente de su oficio.
Es por tanto que también se aplica a los
profesionales de la salud que acompañan al
paciente en el último tramo de su vida, así
como a los profesionales de la funeraria,
entre otros.