Moebiana 61 - Escuela Freud-Lacan de La Plata MOEBIANA 61 | Page 16
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ble pero oculto, se devela como extraño y fuera de porta el lugar del objeto de goce, para relanzar el
dominio. Se asocia lo unheimlich a lo “extraña- deseo de su analizante. Esto es posibilitado por el
mente familiar”. deseo del analista y su extimidad.
Parafraseando a Freud, debemos realizar una El deseo del analista vehiculiza, permite un pa-
distinción entre lo ominoso que uno vivencia y lo saje, una continuidad, y en ese devenir el analista
ominoso que puede alguien representarse o sobre se constituye como éxtimo.
lo cual lee.
Es por su deseo, que el analista puede soportar
En la experiencia del análisis podemos tomar la aparición en la cura de lo siniestro, lo terrorí-
contacto con lo ominoso, terrorífico, ya sea en el fico, y así mismo, convocarlo. Lo ominoso puede
análisis personal, o bien, en los análisis que con- manifestarse de diferentes maneras. Dentro de lo
ducimos. angustioso se puede diferenciar algo de lo omino-
so, no todo lo angustioso es ominoso.
El analista, cuando dirige una cura, debe contar
en su haber con su deseo, deseo del analista. Este Lo ominoso remite a la presencia de lo real en
recurso le permitirá ocupar una posición éxtima. la escena del análisis, y en el analizante, a la expe-
El analista no es un íntimo de su analizante, no es riencia de lo real en su propia vida.
familiar, pero lo va siendo a lo largo de la cura sin
dejar de ser extraño. ¿Qué analista no ha escucha- En la clínica con sujetos que padecen enfer-
do alguna vez decir a su analizante?: “esto no se medades crónicas, de origen desconocido, irre-
lo cuento a nadie, es la primera vez que lo digo, versibles y progresivas, donde el sujeto sufre,
acá, no es lo mismo que hablar con un amigo”. por ejemplo, crisis psicomotoras de agitación in-
voluntaria, la experiencia de lo siniestro se hace
El analista no es amigo de su analizante, devie- presente en la vida del sujeto y muchas veces en
ne “extrañamente familiar”. Al analista se le dicen el dispositivo analítico en lo real, cuando la crisis
cosas, en el marco del dispositivo, que no se dicen se manifiesta allí.
por fuera.
Esta situación, deja al sujeto alienado frente a
Será función del analista maniobrar en trans- la falta de dominio de su propio cuerpo, que se
ferencia con eso “extrañamente familiar” de la convierte en esos momentos en algo tan ajeno,
relación terapéutica. Si bien, es necesario que que horroriza y lo coloca frente al sentimiento de
al analista se lo ame, éste sabe que ese amor es lo ominoso. Lo podemos saber por los dichos del
un engaño. Es decir, el analista sólo puede hacer analizante, luego de sucedida la crisis. Un pacien-
semblante de objeto, es y no es, por momentos so- te relataba: “El cuerpo se me reb(v)ela, es como
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