MITO Mayo. 2018 | Page 15

Hablando un poco de autores y tocando de pronto de forma inexorable para algunos poetas, ¿con cuál se quedaría usted?

Pablo Neruda. Su nombre habla por sí solo, tan solo nombrarlo se sabe que es ese poeta, que en palabras del colega García Márquez (si no me falla la memoria) es la encarnación del Rey Midas: todo lo que toca (escribe para ser más precisos) lo convierte en oro. Su grandeza vislumbra en cada una de sus obras.

De golpe hemos entrado al terreno de la lectura; siendo concisos y directos, ¿para usted cómo se caracteriza el genuino pero poderoso acto de lectura?

La lectura es muchas veces un ejercicio que llega a tocar las fibras de la realidad hasta convertirse en ella misma. Más allá de ser un acto de mera recepción de datos y proezas gramáticas y estructurales es un momento que emana todas las etapas de la vida: consta de un nacimiento, de un momento de crecimiento, emociones, entusiasmos, fracasos y dolores, en definitiva, la vida misma acoplada al papel. La lectura se viva como una experiencia misma, de lo contrario, el que no pueda sentir esos detalles, es porque encontró otros caminos para disfrutar la existencia.

Y ya que hemos tocado la lectura, adentrémonos (dentro de lo que se nos permite) en el paralelo mundo de la escritura. ¿Por qué usted, Álvaro Mutis, escribe?

En medio de las circunstancias y apelando a lo poco que la experiencia me deja rescatar en este instante diría que escribo para no olvidar; no olvidar los paisajes sobrecogedores de las fincas en donde pase mi infancia y adolescencia, no olvidar aquellos que aprecio, para no olvidar y perpetuar esas memorias en el tiempo. Escribo también para el olvido, para lanzar una sarta de letras y oraciones al vacío de la nada. Por eso escribo.

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