del universo, una vida humana es como una vida del universo pe-
ro en miniatura, pues existe gran semejanzas entre ellas. Por ello,
se puede decir que los ciclos pequeños como una vida humana
tienen como función intercalarse con un ciclo más grande que es
la vida de toda una civilización, pues una civilización al igual que
una persona también pasa por las etapas de infancia, adolescencia
y edad adulta, que es cuando cesa el gran proceso de desarrollo
tecnológico y se alcanza una gran estabilidad social, en ese instan-
te el hombre alcanza de verdad a estar en consonancia con el uni-
verso, y puede aspirar a vivir una vida auténticamente feliz, en
una civilización que puede durar tanto como la misma vida del
universo.
LA ARQUITECTURA DEL COSMOS
Al principio, en el cosmos solo existía una partícula de materia,
esa partícula siempre ha existido y siempre existirá, puesto que su
existencia nace de su oposición al vacío, es decir la materia es la
versión opuesta del vacío o lo que es lo mismo de la nada, pero la
nada no puede existir por sí misma, si no es como reflejo opuesto
de la materia, por lo tanto la materia y el vacío son lo mismo pero
al revés, uno masculino y otro femenino, como primera versión de
los sexos y los polos magnéticos, esta primera partícula no tiene
tamaño, pues no puede compararse con nada en lo que poder de-
finir ese tamaño, tampoco tiene tiempo, pues el tiempo es la con-
secuencia del desplazamiento de las partículas materiales en una
escala lógica que determina acontecimientos cambiantes, por ello,
al existir solo una partícula tampoco hay acontecimientos cam-
biantes, esta primera partícula podría definirse como una esfera
perfecta de materia rodeada por el vacío. A partir de este instante
la partícula pasaría a dividirse sucesivamente en distintas partícu-
las y estas partículas a su vez se dividirían en dos categorías, unas
serían las partículas que mantendrían una conexión directa entre sí
y otras serían las que no tendrían tal conexión directa, las que
mantendrían la conexión directa se podrían definir como las partí-
culas propias de un ser individual o espíritu, y las que no tendrían
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