su instinto cazador como ayuda para cometer sus crímenes, sin
embargo no es el instinto el que les lleva a cometerlos, sino la
desviación de su conducta moral. Es cierto que a veces los tras-
tornos de salud pueden aumentar la agresividad, pero siempre se
puede pedir ayuda médica o usar nuestro propio sentido común
antes que hacer daño a los demás. Porque el criminal dominado
por la vanidad, lo que desea es ejercer un poder sobre sus seme-
jantes y violar su libre albedrío y eso no tiene nada que ver con la
caza para sobrevivir o la enfermedad, pero sí con la arrogancia. El
criminal es ante todo un déspota, que ha desarrollado una actitud
antisocial porque en su niñez nadie le mostró los límites que debe
tener la vida en sociedad. Al final, cuando llega a la vida adulta,
su personalidad se vuelve imposible de cambiar y termina siendo
él la víctima de su propia degeneración. El mal es ante todo la
consecuencia de un error y un desequilibrio de la conducta, que
convierte en víctimas a quienes lo tienen como eje de su compor-
tamiento. Porque para poder vivir en sociedad es necesario saber
dónde terminan nuestros derechos y donde comienzan los de los
demás, por ello es fundamental erradicar la vanidad en los niños
cuando esta comienza, porque el mal es como una enfermedad del
espíritu y a diferencia de lo que algunos piensan con el solo existe
una actitud posible, que es dejar que crezca o destruirlo por com-
pleto. Por ello, es necesario que el castigo sea proporcional a la
gravedad del delito cometido, porque las personas déspotas o va-
nidosas, siempre ven como un gesto de debilidad que no se les
castigue suficientemente por sus iniquidades, y esto solo favorece
que aumente su actitud despótica. Es necesario mantener una acti-
tud firme con aquellos que se dejan dominar por este comporta-
miento, porque solo si se destruye el mal que llevan dentro, esa
alma podrá volver a la normalidad. No debemos olvidar que ante
todo la primera víctima de un déspota es el mismo, porque la va-
nidad le impide ser feliz y le aleja de una vida en armonía con la
sociedad. Por ello, es necesario entender, que el hombre solo ten-
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