Mis ideas filosoficas 3 | Page 40

do a esos falsos dioses, pues no hay nada de indigno en defender que las razas se mantengan íntegras tal y como la naturaleza las hizo, o en reconocer que el hombre y la mujer fueron hechos dis- tintos para realizar tareas distintas, pero con el mismo derecho a ser felices. Esta es una sociedad hipócrita que subordina todo al mero afán de hacer negocios, pero no se da cuenta de que al dar prioridad a los negocios sobre la dignidad es más lo que se pierde que lo que se obtiene a cambio. Solo una sociedad de estúpidos piensa que una mentira asumida por muchos se convierte en una verdad, porque la mentira siempre será mentira y el mundo no podrá librarse de sus consecuencias hasta que lo asuma y corrija sus errores. A veces el miedo al poder actúa como una fuerza de gravedad que distorsiona la percepción que tenemos de la reali- dad, sin darnos cuenta que de forma inconsciente tendemos a jus- tificar los argumentos que los poderosos nos plantean y nos con- vertimos en simples instrumentos de sus planes, por ello, es nece- sario hacer un ejercicio de imparcialidad y considerar todas las circunstancias, empezando por dudar de aquello en lo que cree- mos, pues el progreso consiste en reconocer nuestros propios errores. Además, es necesario recuperar la ética y la moral por la importancia que tienen para el progreso de la sociedad, porque el hombre no vive solo para trabajar y conseguir más dinero, sino que el objetivo del trabajo y del dinero es que nos sirva para ser felices y vivir con dignidad. Otro ejemplo de que al final las cosas se juzgan según el color del cristal con el que se miran y no con justicia, es el caso de cómo el cine presenta a los nativos americanos, pues su lucha legítima por proteger sus tierras de los invasores blancos, es propuesto como una infame agresión al colonizador, cuando la verdad es justo lo contrario, pues es el colonizador el que les robó sus tierras y les llevó casi hasta su total exterminio. En la actualidad son muchos los descendientes de esos colonos que dicen lamentar lo que hi- cieron sus antepasados pero, ¿cuántos de ellos han propuesto que se entreguen tierras a esos nativos con las que poder crear su pro- pia nación independiente? Es evidente que decir y hacer no es lo mismo. Vivimos en una época en la que la gente presume de ser consciente e imparcial, pero no se dan cuenta que ya desde la in- fancia se les inculca que vivimos en una democracia cuando esto 40