Mis ideas filosoficas 3 | Page 24

nalidad y darle a sus comportamientos una apariencia de legitimi- dad que no tiene. La verdad es que todas las fuerzas políticas tienen algo de razón en sus argumentos, pero hay que tener en cuenta que el progreso consiste en sumar y no en restar en unir y no en separar. Es cierto que hay casos en los que la separación política de los territorios es adecuada, sobre todo cuando se dan grandes diferencias de raza o cultura, pero siempre es preferible intentar encontrar un acuerdo que convenza a todos, antes que buscar la ruptura como único ob- jetivo. Hay quien piensa que la agresividad de los nacionalismos es la consecuencia de la agresividad de los estados, pero en España es justo lo contrario, pues es precisamente cuanto más amplio es el autogobierno de las autonomías y la independencia de las regio- nes, cuando más agresivos se muestran los partidos nacionalistas. Esto es debido a que en España al comienzo de la transición de- mocrática en 1975 se optó por un modelo constitucional menos centralizado consistente en el llamado sistema proporcional. Con este sistema, lo habitual es que al terminar las elecciones el parti- do más votado no alcance la cantidad de escaños necesarios para gobernar, por ello, se ve obligado a pactar con partidos minorita- rios en la mayoría de los casos nacionalistas. El problema es que la formación de estos pactos se hace mediante el chantaje que es- tos partidos hacen al gobierno para conseguir la paulatina des- mantelación del estado. Con este sistema, los partidos nacionalis- tas adquieren un poder que no se corresponde con su verdadera dimensión, es decir que acaban siendo los niños malcriados del país, al recibir sin demasiados problemas la mayoría de las exi- gencias que piden. De este modo, un sistema político pensado en un principio para ser negociador y aperturista, se termina convir- tiendo en discriminatorio para aquellas regiones que no participan en la formación del gobierno y al mismo tiempo en rehén de unos partidos minoritarios con un poder excesivamente grande. En mi opinión, de haberse optado por un sistema constitucional mayori- tario, la mayoría necesaria para gobernar se habría podido obtener mediante una segunda votación entre los dos partidos más vota- dos, de esta forma cualquier partido regional habría podido parti- cipar como asociado de estos partidos, pero sin ejercer una in- 24