pues al no reconocer fronteras raciales se cree en el derecho a in-
vadir e inmiscuirse en los asuntos internos de las demás razas, in-
tenta obtener así un beneficio material de su victoria militar con-
tra los alemanes en la segunda guerra mundial, pero hay que tener
en cuenta que lo que combatieron en esa guerra fueron naciones
no ideas. Por ello, es un grave error creer que el hecho de que los
alemanes perdieran la guerra implique que tengan que estar equi-
vocados en todo. En la actualidad solo existen intereses materiales
en esta cuestión pues es llamativo observar que antes de la guerra
siempre se consideró como una conducta depravada y de mal gus-
to favorecer el mestizaje y en cambio ahora se apoya, pero solo
con fines políticos y militares, es evidente que se antepone el po-
der a la dignidad.
En tercer lugar en el orden de valores podríamos poner el control
de natalidad, porque es absolutamente necesario que cada país
tenga el número de habitantes que su economía sea capaz de sos-
tener, es una falacia pretender frivolizar con esta cuestión como
hacen las (ONG) al afirmar que los países desarrollados deben
mantener gratuitamente el crecimiento de población de los subde-
sarrollados, porque sin un control de natalidad eficaz jamás se po-
drá solucionar el problema del hambre. Pero las (ONG) no persi-
guen combatir el hambre, pues los pobres son su negocio y fuente
de ingresos, más podrían considerarse como parásitas de ellos que
como sus aliadas, y por este motivo no hacen nada para que la
pobreza desaparezca, tan solo proponen conseguir más comida
aun a sabiendas que sin un control de natalidad esto dará lugar a
más pobreza, si de verdad se preocuparan de los pobres es en el
control de natalidad donde pondrían su esfuerzo, el hecho de que
no lo hagan demuestra donde están los impostores.
En cuarto lugar en la escala de valores ideal estaría la defensa de
la justicia social, es decir que en un mundo evolucionado en el
que existiera un número de habitantes fijo, la ley debería asegu-
rarse de que todos los habitantes tuvieran garantizado un puesto
de trabajo y una vivienda al llegar a la edad adulta, de este modo
no se desperdiciaría la vida de tantos jóvenes como ocurre en la
actualidad, esto solo será posible cuando los gobiernos asuman
por ley el control de natalidad, determinando que cada pareja
pueda tener únicamente dos hijos como máximo y en algunos ca-
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