cambio continuo de las costumbres dificulta la capacidad previso-
ra de nuestro organismo, una buena costumbre sería por ejemplo
dormir entre siete u ocho horas diarias y que estas horas de vigilia
y sueño fueran las mismas y a las mismas horas tanto los días la-
borables como los festivos. Otra medida positiva sería no interca-
lar días festivos en medio de días laborables, esto alargaría la vida
y mejoraría la salud. También es cierto que un abuso en el desa-
rrollo de las costumbres puede ser contraproducente, es lo que se
denomina actividad compulsiva o manía, este comportamiento
puede tener dos causas fundamentales, una está provocada por un
deterioro de la salud, y la otra se produce como consecuencia de
la presión nerviosa y el estrés. Es decir que cuando una persona
metódica y ordenada por naturaleza se ve sometida a una gran
presión, tiende de forma inconsciente a exagerar las costumbres
con el fin de dejar la mente más libre y aumentar su capacidad de
concentración ante la posible aparición de esos problemas impre-
vistos que causan el estrés. Si bien es cierto que el exceso en las
costumbres planificadas es inadecuado, también es cierto que rea-
lizar las actividades diarias de forma ordenada permite reducir los
errores, aumenta la concentración en las tareas, y permite incre-
mentar la capacidad de memoria disponible, al ser automáticos y
previstos muchos de los procesos habituales.
VICIO O ENFERMEDAD
Hoy en día es muy común que a toda desviación se le termine
llamando enfermedad, esto se debe a que vivimos en una sociedad
muy competitiva en la que nadie se quiere considerar perdedor,
por ello, lo más fácil es ocultar los vicios presentándolos como
supuestas enfermedades. Un ejemplo lo tenemos en la costumbre
cada vez más extendida de utilizar la comida como mero entrete-
nimiento, como consecuencia de ello aparece la obesidad, de he-
cho, en los países desarrollados esto ya tiene el calificativo de
epidemia. Es cierto que existen algunas personas con una predis-
posición genética a engordar, pero esa predisposición no las obli-
ga a comer más de lo necesario, sino que actúa aumentando la
sensación de hambre. Por ello, es evidente que solo con un con-
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