MIS HISTORIAS MARRUECAS LIBRO de HISTORIAS MARRUECAS | Page 73
Los bereberes son un pueblo de espíritu guerrero, muy
celoso de su independencia y libertad, habiéndose opuesto
con las armas a la presencia extranjera en su territorio y
también al sometimiento a los propios Sultanes marroquíes.
Por eso Marruecos sólo fue una amalgama de tribus y kabilas
sin llegar a constituirse en Estado hasta que en 1672 Muley
Ismail logró someter todo el territorio bajo su poder, que
hasta entonces había sido ingobernable.
Él consiguió reunir los tres elementos básicos que el Derecho
Internacional exige para que pueda formarse un Estado:
“territorio”, “población” y “autoridad única”. Pero, aun así,
los rifeños nunca abandonaron su independencia, hasta
llegar a constituir en 1921-1926 su ansiada República del Rif,
como veremos. Cuando España comenzó su penetración en
Marruecos en el siglo XIX, se encontró allí con dos poderes:
1. El Bled el-Majzén, (Gobierno). Y 2. El Bled es-Siba (religión
del Islam). El monarca ejerce allí esos dos poderes, político y
religioso; pero los rifeños sólo acataban la autoridad religiosa
del Sultán, rechazando al Majzén o Gobierno con el que
estaban en conflicto permanente.
Las tropas españolas se confrontaron con las marroquíes en
1859, en la llamada Guerra de África, que ganó en España.
Ante el caos, desorden y la ausencia de autoridad real
efectiva, en 1906 la Conferencia de Algeciras acordó el
establecimiento del Protectorado marroquí, en el que Francia
se reservó la Zona Sur llana y fértil, y dejó a España la Zona
Norte, agreste y pobre.
La tutela franco-española fue aceptada por el Sultán Mulay
Yúsuf el Tratado de Fez de 1912. En 1909 los rifeños
desencadenaron unas hostilidades contra la ocupación
franco-española, iniciándose la guerra del Rif.
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