MIS HISTORIAS MARRUECAS LIBRO de HISTORIAS MARRUECAS | Page 70

Uno de esos días me abordó un joven legionario, que me había presentado, seguramente, el cabo Martínez…Con mucho misterio me preguntó que… ¿Cuándo iba de permiso a la península?... Me dijo también, si quería ganarme unas pesetillas muy fácilmente y si era así, que le avisara. Yo por curiosidad le dije que como era aquella “bicoca”... Me contó que había unos comprimidos en un mercado especial, que se conocían con el nombre de “simpatinas”. Estas pastillas me dicen… sirven para los estudiantes, en tiempo de exámenes, que las tomaban para no dormir y así poder estudiar más tiempo por la noche. Que las pagaban muy bien me explicó, que él las introducía en mi maleta de madera y que no podían descubrirlas. Tan solo al llegar a España con la maleta tenía que llevarla a Sevilla, a unas señas que él me daría y allí me entregarían una buena gratificación. También me explicó la forma de como lo hacía. Que desarmaba mi maleta de madera y en las tapas más gruesas hacían un taladro a lo largo de la tapa, con un fino hierro a rojo, y que en este agujero metían las famosas pastillas que eran muy pequeñitas. Luego se armaban de nuevo la maleta y lista para viajar. Me acuerdo que dije que lo pensaría, que cuando llegara el permiso reglamentario se lo comunicaría, en caso de aceptar y como no quedé convencido, no le anticipé nada a este respecto, ya me daba esto bastante miedo... solo de pensarlo, dudaba. Sopesé las consecuencias que me podía acarrear, puesto que lo que iba a transportar era pura y dura droga. Una vez licenciado, ya en Cabra, se lo conté al cabo Martínez Molina y me contestó que hice lo correcto, que hubiera pasado un gran peligro. Entonces mi amigo tenía de nuevo la graduación de “Cabo” ... pero esta vez era en la Guardia 70