6 | opinión
Luis García Quiroga
Columnista
Una vergüenza
pública
“El bien común que los ciudadanos
no cuidan” expresado por Jorge Orlando
Melo en su estupendo libro Historia
mínima de Colombia, cae como anillo al
dedo en el caso de la Cárder.
Es una vergüenza pública que en el
reciente Encuentro Nacional Ambiental
realizado por la Procuraduría General
de la Nación y la Universidad Libre de
Pereira, el procurador Carrillo haya seña-
lado sin arandelas, que en la elección del
director de la Corporación Autónoma de
Risaralda “No ha habido transparencia”,
agregando que las Car se han convertido
en foco de corrupción y coto de caza de la
clase política.
Carrillo además, compartió con
varios ciudadanos la pésima reputación
de Cárder y el entronque que allí “tuerce”
decisiones. Menos mal, destacaron el
buen ejemplo de honestidad y eficiencia
de la Procuradora Ambiental y Agraria,
Luz Elena Agudelo.
Sucede que como la mayoría de los
políticos son sobrados para sembrar des-
confianza, la percepción es que Cárder
como institución necesaria, fue tomada
por los corruptos y así lo evidencian los
hechos cuando revientan los escándalos
de licencias otorgadas.
Ante el actual sistema perverso de
elección y el vencimiento de los términos
para fallar las recusaciones de impedi-
mentos, de hecho, la Procuraduría optó
por un statu quo que propicia un clima de
renovación en mandos medios (concurso
de méritos) e impide, de paso, la elección
del personaje que ya tiene negociado el
puesto de director con la mayoría de los
miembros de la junta directiva de Cárder.
O sea que el presupuesto de $37 mil
millones de Cárder no corre mayor peli-
gro pues el cáncer está en las decisiones
y trámites en la expedición de licencias, y
por omisión, se hacen los de la vista gorda
para no afectar intereses, pero con efec-
tos de daños ambientales. Luego, cuan-
do ya son hechos cumplidos y se han
quedado con el oro y el moro, vienen los
“falsos positivos” de visitas y anuncios,
alimentando versiones de vacunaderos y
enriquecimientos.
Duele el silencio y falta de com-
promiso anticorrupción de los líderes
gremiales e institucionales que pasan
de agache cuando viene el Procurador
Carrillo y actuando como conciencia
moral de la Nación, sugiere que los ri-
saraldenses carecemos de conciencia
ambiental. ¿Y moral?
Antes de quedarnos sin bosques, sin
agua y de salir a la calle con caretas para
impedir que los agobiantes gases de los
buses chimenea maten nuestros pulmo-
nes, la institucionalidad debería asumir
el reto de liderar la restauración moral
y las buenas prácticas en Cárder, como
medio para salvar el respeto institucio-
nal, el maravilloso entorno ambiental de
Risaralda y la hilacha de calidad de vida
que nos queda como sociedad. Ese es el
verdadero bien común que nos queda por
cuidar.
miércoles 24 DE octuBRE de 2018 | el diario
L
Oportunidad para
revisar
os estragos que dejaron las fuertes lluvias que cayeron el fin de semana
pasado en Dosquebradas y Santa Rosa de Cabal, pero que por fortuna
no cobraron vidas humanas, tienen que servir para llamar la atención
de las autoridades sobre la fragilidad que tienen nuestras ciudades fren-
te a una dura ola invernal, como la que hemos tenido por estos días, y lo
poco preparados que estamos ante una emergencia de esta naturaleza.
Por lo menos 30 barrios y algunos acueductos comunitarios, resultaron
seriamente afectados en Dosquebradas. Varias quebradas se salieron de su madre
y sus aguas no solo inundaron las calles, sino que se metieron a las viviendas, a
los negocios, a las escuelas y a todas las edificaciones que encontraron a su paso,
incluyendo el hospital Santa Mónica,
creando el caos y dejando a decenas de
familias sin enseres.
Fueron muchas
Fueron muchas horas de zozobra y
confusión que lastimosamente no tuvie-
horas de zozobra
ron la respuesta y el apoyo, a pesar de la
buena voluntad de las personas y de los
que lastimosamente
organismos de socorro que intentaron
no tuvieron la
atender la emergencia, que se necesita
en un momento de estos en que todo es
respuesta, a pesar
angustia y desespero.
Dosquebradas, por ejemplo, es un
de la buena voluntad
municipio extenso y sus puntos críticos
de los organismos
en una emergencia invernal son múlti-
ples, lo que hace muy difícil, como ocurrió
de socorro, que
el sábado pasado, una acción efectiva de
las autoridades, salvo que las instituciones
se necesita en un
y dependencias encargadas de la atención
momento de estos.
de desastres estén lo suficientemente pre-
paradas y entrenadas para enfrentar una
eventualidad grave.
Los bomberos de la municipalidad, la Cruz Roja, la Defensa Civil y la Oficina
de Gestión de Riesgo del Municipio, apenas si alcanzaron a atender algunos de
los sitios donde la inundación fue grave y las aguas desbordadas estaban causan-
do mayores estragos; pero hubo muchos más sectores donde las autoridades no
alcanzaron siquiera a aparecer y la emergencia solo desapareció cuando cesaron
las lluvias y los niveles de las quebradas regresaron a su normalidad.
Dosquebradas es una ciudad que, por su topografía y su configuración hídri-
ca, está muy amenazada de sufrir los rigores invernales. La inmensa mayoría de
sus quebradas no solo no tienen ninguna protección en sus riveras, sino que sus
lechos están heridos de muerte por cuenta de la mano irresponsable del hombre
que por años ha tirado allí toda clase de basuras, escombros y elementos que han
afectado en materia grave su curso y la normal correntia de sus aguas.
A Dosquebradas, pues, hay que ponerle atención. Lo que paso el último fin
de semana tiene que obligar a sus autoridades a revisar, por supuesto, los proto-
colos de atención de emergencias y la capacidad de respuesta ante unos hechos
como estos; pero, sobre todo, a tomar medidas para limpiar las quebradas, para
recuperar sus lechos, para proteger sus entornos y para evitar que la gente siga
convirtiéndolas en basurero y escombrera públicos.
Otoniel Arango Collazos
Columnista
El alargue
E
s una verdad de Perogrullo, que un
mal alcalde, gobernador, concejal
o diputado, sería merecedor a sus-
pensión del cargo y que aquellos que
lo están haciendo bien, merecerían
tener un tiempo extra en sus trabajos otorga-
dos directamente por el pueblo; todo depende
del cristal con el que se mire, o como dicen,
cada uno habla de acuerdo a como le va en la
procesión.
Los menores de cuarenta años, posible-
mente ignoren que la elección popular de alcal-
des, empezó apenas el 13 de marzo del año
1988, es decir que hace solo 30 años que goza-
mos o sufrimos de tal mecanismo democráti-
co, pues antes el Presidente de la República era
quien designaba a los gobernadores, intenden-
tes y comisarios y estos a sus alcaldes. Eran los
tiempos de Belisario Betancur y Virgilio Barco,
cuando se aprobó el acto legislativo 01 de 1986,
propuesto por el primero a raíz de negociacio-
nes con la guerrilla y ejecutado por el segundo.
Como el poder omnímodo del presidente,
quedó repartido en parcelas municipales, ese
año de 1988 será recordado por la guerra a
muerte por el poder entre paramilitares y gue-
rrilleros, que querían imponer sus candidatos,
para apoderarse de los presupuestos, como en
efecto sucedió infortunadamente en muchas
partes. En aquella época eran electos los alcal-
des para períodos de dos años.
Este año la comisión primera de la
Cámara de Representantes, aprobó en pri-
mer debate la ampliación del mandato de los
actuales gobernadores y alcaldes hasta el año
2022, con el fin de unificar los períodos con el
Herejías
Juan Manuel Buitrago
Columnista
M
e apena tenerlo que decir pero la
clase dirigente de Pereira ha sido
incompetente porque ha dejado
todos los proyectos a medio
hacer pero los cobra como si fue-
ran proyectos terminados. Empezar nuevas obras
ha sido la obsesión de quienes llegan al poder y no
tienen ningún escrúpulo al dejar abandonadas
otras obras que aún requieren una atención prio-
ritaria para su culminación.
Me asusta que llegue ahora un nuevo
alcalde a iniciar obra tan costosa como el apro-
vechamiento del lote del San Mateo para distraer
recursos escasos y dejarnos un encarte a medio
hacer que no resuelva ningún problema y deje
en cambio otro problema mayúsculo carente de
recursos para alcanzar los sueños irresponsables
de los gestores.
El parque Ukumari está a medio hacer, la
doble calzada a Cartago carece de intersecciones
y se puede considerar a medio hacer, la carretera
a Armenia la estamos prepagando carísima y
está a medio hacer, a medio hacer se quedó el
Megabus que no va a la Tecnológica, a medio
hacer la remodelación en ciudad Victoria que dejó
un parche entre la gobernación, el Movich y el
edificio Lucy Tejada, casi hacen completo el aero-
puerto pero decidieron regalárselo a un particular
cuando ya no faltaba sino un edificio fácilmente
financiable, a medio hacer dejamos la protec-
ción del rio Otún en la Florida, a medio hacer se
quedará el cable si no se hace una gran estación
subterránea en el parque Olaya para distribuir el
transporte masivo en todas las direcciones. De
una nueva cárcel mejor ni hablemos
La plaza de ferias de Cerritos fue una obra
oportuna y bien estructurada por Fabio Alfonso
López pero ya cumplió su ciclo y debería ser
trasladada a un predio entre Puerto Caldas y La
Virginia. Un centro de servicios administrativos
para la zona occidental podría ocupar esos terre-
nos muy valiosos. Se habla mucho de parqueade-
ros para descongestionar las vías centrales pero
con la experiencia corrupta del parqueadero en
ciudad Victoria los incentivos a particulares pare-
cen una mejor estrategia para aumentar la oferta.
El viejo dicho de arrieros “en el camino se
arreglan las cargas” ha resultado inconveniente y
vivimos en una ciudad a medio hacer que ya está
en edad de ser una ciudad bien hecha que limite
con responsabilidad su crecimiento demográfico.
Prefiero ser parecidos a las pequeñas capitales
europeas y no a Nairobi, Calcuta o, para no ir tan
lejos, a Soacha o Dosquebradas. Mi aplauso para
el alcalde Gallo por terminar las vías inconclusas.
Con eso le bastará para ingresar al muy reducido
número de los que han sido buenos alcaldes.
presidencial; proyecto que deberá surtir siete
debates más, por tratarse de una reforma a la
Constitución Nacional.(Art.261)
El señor Contralor General ha manifesta-
do que el Estado se ahorraría unos ochocientos
mil millones de pesos, de llegarse a aprobar la
unificación de periodos, lo cual seguramen-
te influenciará en la decisión que tomará el
Congreso.
Lo cierto es que los honorables congre-
sistas deben pensar en el bien de la Nación,
sin ningún tipo de prejuicio o preferencia,
basados en cálculos electorales. Lo deseable,
sería que ante tamaña responsabilidad, se
institucionalizaran los períodos para todos
los electos popularmente y que cualquiera
que fuere el motivo de la vacancia en alguno
de esos cargos, quien lo remplazare lo haga
por el resto del período faltante sin importar
el tiempo y así se evitaría que se presentaran
elecciones populares todo el año, congestio-
nando la organización electoral. Coletilla: con
las propuestas adicionales que se le vienen
haciendo al proyecto original, poco futuro se
le ve al cambio propuesto.