MIERCOLES 24 DE OCTUBRE 2018-10-24 | Page 6

6 | opinión Luis García Quiroga Columnista Una vergüenza pública “El bien común que los ciudadanos no cuidan” expresado por Jorge Orlando Melo en su estupendo libro Historia mínima de Colombia, cae como anillo al dedo en el caso de la Cárder. Es una vergüenza pública que en el reciente Encuentro Nacional Ambiental realizado por la Procuraduría General de la Nación y la Universidad Libre de Pereira, el procurador Carrillo haya seña- lado sin arandelas, que en la elección del director de la Corporación Autónoma de Risaralda “No ha habido transparencia”, agregando que las Car se han convertido en foco de corrupción y coto de caza de la clase política. Carrillo además, compartió con varios ciudadanos la pésima reputación de Cárder y el entronque que allí “tuerce” decisiones. Menos mal, destacaron el buen ejemplo de honestidad y eficiencia de la Procuradora Ambiental y Agraria, Luz Elena Agudelo. Sucede que como la mayoría de los políticos son sobrados para sembrar des- confianza, la percepción es que Cárder como institución necesaria, fue tomada por los corruptos y así lo evidencian los hechos cuando revientan los escándalos de licencias otorgadas. Ante el actual sistema perverso de elección y el vencimiento de los términos para fallar las recusaciones de impedi- mentos, de hecho, la Procuraduría optó por un statu quo que propicia un clima de renovación en mandos medios (concurso de méritos) e impide, de paso, la elección del personaje que ya tiene negociado el puesto de director con la mayoría de los miembros de la junta directiva de Cárder. O sea que el presupuesto de $37 mil millones de Cárder no corre mayor peli- gro pues el cáncer está en las decisiones y trámites en la expedición de licencias, y por omisión, se hacen los de la vista gorda para no afectar intereses, pero con efec- tos de daños ambientales. Luego, cuan- do ya son hechos cumplidos y se han quedado con el oro y el moro, vienen los “falsos positivos” de visitas y anuncios, alimentando versiones de vacunaderos y enriquecimientos. Duele el silencio y falta de com- promiso anticorrupción de los líderes gremiales e institucionales que pasan de agache cuando viene el Procurador Carrillo y actuando como conciencia moral de la Nación, sugiere que los ri- saraldenses carecemos de conciencia ambiental. ¿Y moral? Antes de quedarnos sin bosques, sin agua y de salir a la calle con caretas para impedir que los agobiantes gases de los buses chimenea maten nuestros pulmo- nes, la institucionalidad debería asumir el reto de liderar la restauración moral y las buenas prácticas en Cárder, como medio para salvar el respeto institucio- nal, el maravilloso entorno ambiental de Risaralda y la hilacha de calidad de vida que nos queda como sociedad. Ese es el verdadero bien común que nos queda por cuidar. miércoles 24 DE octuBRE de 2018 | el diario L Oportunidad para revisar os estragos que dejaron las fuertes lluvias que cayeron el fin de semana pasado en Dosquebradas y Santa Rosa de Cabal, pero que por fortuna no cobraron vidas humanas, tienen que servir para llamar la atención de las autoridades sobre la fragilidad que tienen nuestras ciudades fren- te a una dura ola invernal, como la que hemos tenido por estos días, y lo poco preparados que estamos ante una emergencia de esta naturaleza. Por lo menos 30 barrios y algunos acueductos comunitarios, resultaron seriamente afectados en Dosquebradas. Varias quebradas se salieron de su madre y sus aguas no solo inundaron las calles, sino que se metieron a las viviendas, a los negocios, a las escuelas y a todas las edificaciones que encontraron a su paso, incluyendo el hospital Santa Mónica, creando el caos y dejando a decenas de familias sin enseres. Fueron muchas Fueron muchas horas de zozobra y confusión que lastimosamente no tuvie- horas de zozobra ron la respuesta y el apoyo, a pesar de la buena voluntad de las personas y de los que lastimosamente organismos de socorro que intentaron no tuvieron la atender la emergencia, que se necesita en un momento de estos en que todo es respuesta, a pesar angustia y desespero. Dosquebradas, por ejemplo, es un de la buena voluntad municipio extenso y sus puntos críticos de los organismos en una emergencia invernal son múlti- ples, lo que hace muy difícil, como ocurrió de socorro, que el sábado pasado, una acción efectiva de las autoridades, salvo que las instituciones se necesita en un y dependencias encargadas de la atención momento de estos. de desastres estén lo suficientemente pre- paradas y entrenadas para enfrentar una eventualidad grave. Los bomberos de la municipalidad, la Cruz Roja, la Defensa Civil y la Oficina de Gestión de Riesgo del Municipio, apenas si alcanzaron a atender algunos de los sitios donde la inundación fue grave y las aguas desbordadas estaban causan- do mayores estragos; pero hubo muchos más sectores donde las autoridades no alcanzaron siquiera a aparecer y la emergencia solo desapareció cuando cesaron las lluvias y los niveles de las quebradas regresaron a su normalidad. Dosquebradas es una ciudad que, por su topografía y su configuración hídri- ca, está muy amenazada de sufrir los rigores invernales. La inmensa mayoría de sus quebradas no solo no tienen ninguna protección en sus riveras, sino que sus lechos están heridos de muerte por cuenta de la mano irresponsable del hombre que por años ha tirado allí toda clase de basuras, escombros y elementos que han afectado en materia grave su curso y la normal correntia de sus aguas. A Dosquebradas, pues, hay que ponerle atención. Lo que paso el último fin de semana tiene que obligar a sus autoridades a revisar, por supuesto, los proto- colos de atención de emergencias y la capacidad de respuesta ante unos hechos como estos; pero, sobre todo, a tomar medidas para limpiar las quebradas, para recuperar sus lechos, para proteger sus entornos y para evitar que la gente siga convirtiéndolas en basurero y escombrera públicos. Otoniel Arango Collazos Columnista El alargue E s una verdad de Perogrullo, que un mal alcalde, gobernador, concejal o diputado, sería merecedor a sus- pensión del cargo y que aquellos que lo están haciendo bien, merecerían tener un tiempo extra en sus trabajos otorga- dos directamente por el pueblo; todo depende del cristal con el que se mire, o como dicen, cada uno habla de acuerdo a como le va en la procesión. Los menores de cuarenta años, posible- mente ignoren que la elección popular de alcal- des, empezó apenas el 13 de marzo del año 1988, es decir que hace solo 30 años que goza- mos o sufrimos de tal mecanismo democráti- co, pues antes el Presidente de la República era quien designaba a los gobernadores, intenden- tes y comisarios y estos a sus alcaldes. Eran los tiempos de Belisario Betancur y Virgilio Barco, cuando se aprobó el acto legislativo 01 de 1986, propuesto por el primero a raíz de negociacio- nes con la guerrilla y ejecutado por el segundo. Como el poder omnímodo del presidente, quedó repartido en parcelas municipales, ese año de 1988 será recordado por la guerra a muerte por el poder entre paramilitares y gue- rrilleros, que querían imponer sus candidatos, para apoderarse de los presupuestos, como en efecto sucedió infortunadamente en muchas partes. En aquella época eran electos los alcal- des para períodos de dos años. Este año la comisión primera de la Cámara de Representantes, aprobó en pri- mer debate la ampliación del mandato de los actuales gobernadores y alcaldes hasta el año 2022, con el fin de unificar los períodos con el Herejías Juan Manuel Buitrago Columnista M e apena tenerlo que decir pero la clase dirigente de Pereira ha sido incompetente porque ha dejado todos los proyectos a medio hacer pero los cobra como si fue- ran proyectos terminados. Empezar nuevas obras ha sido la obsesión de quienes llegan al poder y no tienen ningún escrúpulo al dejar abandonadas otras obras que aún requieren una atención prio- ritaria para su culminación. Me asusta que llegue ahora un nuevo alcalde a iniciar obra tan costosa como el apro- vechamiento del lote del San Mateo para distraer recursos escasos y dejarnos un encarte a medio hacer que no resuelva ningún problema y deje en cambio otro problema mayúsculo carente de recursos para alcanzar los sueños irresponsables de los gestores. El parque Ukumari está a medio hacer, la doble calzada a Cartago carece de intersecciones y se puede considerar a medio hacer, la carretera a Armenia la estamos prepagando carísima y está a medio hacer, a medio hacer se quedó el Megabus que no va a la Tecnológica, a medio hacer la remodelación en ciudad Victoria que dejó un parche entre la gobernación, el Movich y el edificio Lucy Tejada, casi hacen completo el aero- puerto pero decidieron regalárselo a un particular cuando ya no faltaba sino un edificio fácilmente financiable, a medio hacer dejamos la protec- ción del rio Otún en la Florida, a medio hacer se quedará el cable si no se hace una gran estación subterránea en el parque Olaya para distribuir el transporte masivo en todas las direcciones. De una nueva cárcel mejor ni hablemos La plaza de ferias de Cerritos fue una obra oportuna y bien estructurada por Fabio Alfonso López pero ya cumplió su ciclo y debería ser trasladada a un predio entre Puerto Caldas y La Virginia. Un centro de servicios administrativos para la zona occidental podría ocupar esos terre- nos muy valiosos. Se habla mucho de parqueade- ros para descongestionar las vías centrales pero con la experiencia corrupta del parqueadero en ciudad Victoria los incentivos a particulares pare- cen una mejor estrategia para aumentar la oferta. El viejo dicho de arrieros “en el camino se arreglan las cargas” ha resultado inconveniente y vivimos en una ciudad a medio hacer que ya está en edad de ser una ciudad bien hecha que limite con responsabilidad su crecimiento demográfico. Prefiero ser parecidos a las pequeñas capitales europeas y no a Nairobi, Calcuta o, para no ir tan lejos, a Soacha o Dosquebradas. Mi aplauso para el alcalde Gallo por terminar las vías inconclusas. Con eso le bastará para ingresar al muy reducido número de los que han sido buenos alcaldes. presidencial; proyecto que deberá surtir siete debates más, por tratarse de una reforma a la Constitución Nacional.(Art.261) El señor Contralor General ha manifesta- do que el Estado se ahorraría unos ochocientos mil millones de pesos, de llegarse a aprobar la unificación de periodos, lo cual seguramen- te influenciará en la decisión que tomará el Congreso. Lo cierto es que los honorables congre- sistas deben pensar en el bien de la Nación, sin ningún tipo de prejuicio o preferencia, basados en cálculos electorales. Lo deseable, sería que ante tamaña responsabilidad, se institucionalizaran los períodos para todos los electos popularmente y que cualquiera que fuere el motivo de la vacancia en alguno de esos cargos, quien lo remplazare lo haga por el resto del período faltante sin importar el tiempo y así se evitaría que se presentaran elecciones populares todo el año, congestio- nando la organización electoral. Coletilla: con las propuestas adicionales que se le vienen haciendo al proyecto original, poco futuro se le ve al cambio propuesto.