Otra sensible consecuencia es el incremento del tamaño del corazón debido al aumento del volumen sanguíneo en cada latido, incrementando de esta manera la presión cardíaca que conlleva a una hipertrofia de los músculos de este órgano. Por suerte este efecto no es ilimitado, es decir, el corazón no crece y crece imparablemente, sino que pasado un tiempo se estabiliza en un tamaño máximo.
La ingravidez puede provocar a su vez aumento en la presión ocular, cambios en la sensibilidad olfativa y el tono de voz, pérdida del gusto y de la precisión al intentar coger objetos pequeños, así como sensación de mareo y confusión. Por otro lado, en las misiones espaciales de larga duración puede experimentarse además una pérdida de masa ósea y muscular debido a la falta de uso de los mismos.}
Si a todo esto le sumamos los posibles efectos psicológicos como la sensación de soledad, aislamiento, lejanía de los seres queridos, euforia, entre otros, comprenderemos sin dudas y valoraremos muchísimo más el arriesgado trabajo de los astronautas que ahora mismo nos observan desde allá arriba.