Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 92
¨El Misterio de Belicena Villca¨
que afirmaban recordarlo con la sangre: esa vinculación entre la Divinidad y la realeza, muy
popular entre los francos, era un obstáculo molesto para unos Sacerdotes que pretendían
presentarse como los únicos representantes de Dios en la Tierra. Al morir Carlos Martel en el
año 741, le suceden sus hijos: Carlomán como Mayordomo de Austrasia y Pipino como
Mayordomo de Neustría. Carlomán, que luego se retiraría al monasterio de Monte Cassino,
concede a San Bonifacio total libertad para reformar la Iglesia Franca de acuerdo a la Regla
benedictina; otro tanto hará Pipino. En pocos años, mediante una serie de Sínodos que van
del 742 al 747, se pone a toda la Iglesia Franca bajo el control de la Orden Bendictina.
Carlomán y Pipino están, también, dominados por la Orden. San Bonifacio comunica a
Pipino el plan de los Golen: con la aprobación del nuevo Papa Zacarías, se destronará al Rey
Childerico III, el último de los Divinos Merovingios; en su lugar sería elegido Pipino por los
Grandes del Reino y su nombramiento estaría legitimado, análogamente al Antiguo
Testamento, por el consentimiento del Papa y la unción de San Bonifacio. El pago del nuevo
Rey, por legitimar su usurpación, consistiría en un considerable botín: la creación de los
Estados Pontificios. Pero esta recompensa no cercenaría en nada el poder del Reino Franco
pues no se constituiría a sus expensas sino a la de los lombardos y bizantinos: en efecto, el
Papa solicitaba en pago de su alianza con el Rey Franco unos territorios que debían ser
previamente conquistados. Concertado el arreglo, en noviembre del año 751 el Rey Childerico
III era confinado en un monasterio benedictino y Pipino el Breve proclamado Rey y ungido por
San Bonifacio. En 754 el Rey Pipino y el Papa Esteban II se reúnen en Ponthión donde firman
un tratado por el cual los francos se comprometen en adelante a proteger a la Iglesia Católica
y a servir al Trono de San Pedro. De este modo, en 756, los francos donan a San Pedro el
Exarcado, Venecia, Istria, la mitad del Reino longobardo y los ducados de Spoleto y
Benevento.
Con Pipino el Breve se inaugura la dinastía carolingia, piedra fundamental en la obra de la
Fraternidad Blanca. De lo expuesto, se trasluce con claridad que la corte y todos los resortes
del Estado franco estaban copados por la Orden benedictina: no será difícil imaginar,
entonces, en qué clase de ambiente se educarían sus nietos y familiares, y cuáles las
creencias que se les inculcarían sobre la antigua religión “pagana” de los germanos y sus
Dioses ancestrales. En vista de esto, habrá que reconocerle a Carlos el Magno el haber hecho
todo lo posible por convertirse en judeocristiano y cumplir con el plan de los Golen.
El fruto de los siglos de paciente y reservada labor obtenido en los monasterios
benedictinos pudo observarse en la corte carolingia, especialmente en la denominada
“Escuela Palatina”. A esta Escuela concurría personalmente el Emperador con sus hijos e
hijas, su guardia personal, y otros miembros de la corte, a escuchar las lecciones que
impartían los “sabios” benedictinos llegados, en muchos casos, desde monasterios lejanos: de
Italia vinieron a Aquisgrán Pablo de Pisa, Paulino de Aquileya, Pablo Diácono de Pavía, etc.;
de España vino uno de los Señores de Tharsis con la misión de espiar la marcha de la
conspiración Golen, trayendo a su regreso desalentadoras noticias sobre la magnitud y
profundidad del movimiento enemigo: se llamaba Tiwulfo de Tharsis y fue famoso por su libro
escrito en la Escuela Palatina, titulado “De Spiritu Sancto Bellipotens”. No obstante estas
procedencias, la gran mayoría de los maestros eran irlandeses y anglosajones, es decir Golen
y secuaces de Golen. Entre los últimos cabe mencionar al cerebro de la Escuela Palatina y de
la difusión general que a partir de ella se daría a la “cultura benedictina”: me refiero a Alcuino
de York, discípulo de la Escuela de San Beda, el Venerable, que se incorpora a la Escuela
Palatina en el 781 y dirige entre el 796 y el 804, fecha de su muerte, la Escuela del monasterio
de San Martín de Tours. Su Schola Palatina es el foco del llamado “reconocimiento
carolingio”, al que contribuyen eficazmente sus obras, de inspiración clásica y neoplatónica, y
basadas en conceptos de Prisciano, Donato, Isidoro, Beda, Boecio, tales como De Ratione
Animae, o sus famosos manuales que rigieron durante siglos la educación europea:
Gramática, De Orthographia, De Rethorica, De Dialéctica, etc.
De la Escuela Palatina salen las ideas para la “Encíclica de litteris colendis”, cuyas
resoluciones aprobadas por Carlomagno tenían fuerza de ley y ordenaban la creación, en
todos los monasterios y catedrales, de Escuelas para Sacerdotes y legos: en ellas se debería
enseñar el Trivium, el Quadrivium, la Filosofía y la Teología. El Trivium y el Quadrivium
formaban las llamadas “Siete artes liberales”: el Trivium contenía la Gramática o Filología, la
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