Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 89
¨El Misterio de Belicena Villca¨
estaba preparada para la institución monacal: durante siglos había visto pasar a los frailes
errantes procedentes de Tierra Santa y escuchado las historias de los anacoretas y cenobitas
orientales; incluso muchos peregrinos viajaban a Tierra Santa y allí adoptaban la vida ascética,
conservando a su regreso las costumbres adquiridas; en ese momento, siglo VI, no existe zona
montañosa europea donde no habiten ermitaños cristianos. Pero una vez establecido el orden
de los monasterios, todos olvidarían el origen oriental de la institución monacal.
Justamente, de los monasterios benedictinos saldrán las copias y traducciones de los
libros más fecundos de la cultura griega, que no tuvo institución monacal, y se “perderá”
todo vestigio de las culturas de Extremo Oriente; vestigios que habían existido en el Imperio
Romano y que misteriosamente desaparecen de Europa al tiempo que “aparecen” los libros
más adecuados para empujar a occidente hacia el desastre espiritual del Renacimiento y la
Edad Moderna, es decir, los libros en que se expone el racionalismo y la especulación griega,
raíz de la “Filosofía” y de la “Ciencia” moderna. Nada se dirá, a partir de la Cultura benedictina,
sobre el origen Atlante de las civilizaciones europeas, ni sobre las religiones de los pueblos del
Asia, ni siquiera sobre la de los recientes germanos, a quienes se obligará a olvidar sus
Dioses y creencias, y sus alfabetos rúnicos. Y nada se dirá, por supuesto, que pueda
relacionar a la institución monacal occidental con otras Culturas, que pueda despertar la
sospecha de que lo ocurrido en Europa es una historia repetida en otras partes, la conclusión
de un método de Estrategia Psicosocial para ejercer el control de las sociedades humanas.
Recién después del siglo IX, por la presencia de los árabes en España, y del siglo XII, por la
transculturización que causan las Cruzadas, algunos Espíritus alertas advierten el engaño.
Pero son pocos y ya será tarde para detener a los Golen.
San Benito, que nació en el año 480, funda en el 530 el monasterio modelo de Monte
Cassino y redacta en el 534 su célebre Regla. Que recibió instrucción de los “Ángeles” de la
Fraternidad Blanca no caben dudas porque su Regula Monachorum es una fiel reproducción
de la Regula Magistri Sapientiae. Al morir en el año 547, y “subir al Cielo por un camino
custodiado por Ángeles” según presenciaron muchos monjes, las bases del “monacato
occidental” estaban echadas: ése era “el momento” largamente esperado por los Golen para
irrumpir en los países continentales de Europa.
En el siglo V los Golen se encuentran concentrados mayormente en Irlanda y comienzan a
infiltrarse en la Iglesia Católica. Uno de los suyos es San Patricio, a quien envían al Continente
para estudiar la Doctrina Cristiana y tomar contacto con miembros de la Fraternidad Blanca:
regresa en el año 432, procedente de Roma, investido de Obispo y con la autorización papal
para evangelizar Irlanda. Inmediatamente funda muchos monasterios, algunos realmente
importantes como los de Armagh y Bangor donde se celebrarían Sínodos y existirían escuelas
religiosas, en los que se apresuran a ingresar masivamente los Golen de Irlanda y Gran
Bretaña. Los siguientes ciento treinta años, desde la muerte de San Patricio en 462 hasta la
partida de San Columbano en el año 590, son empleados por los Golen a fin de dar forma a la
“Iglesia de Irlanda”, vale decir, a fin de organizar su futuro asentamiento continental.
El año 590 señala “el momento” histórico en que los planes de la Fraternidad Blanca para
la participación de los Golen empiezan a ejecutarse rigurosamente. El “lugar” donde los Golen
desarrollarán el Colegio de Constructores de Templos ya está listo: son los monasterios de la
Orden de San Benito. Y ya ha sido elegido Papa el monje benedictino Gregorio, que años
antes en Constantinopla recibe la orden de la Fraternidad Blanca de “convocar a los monjes
irlandeses”, es decir, a los Golen, e integrarlos a la Orden de San Benito. Nada más que esa
llamada necesitaban los Golen para actuar y en ese mismo año 590 parte hacia Francia San
Columbano, procedente del gran monasterio de Bangor, junto con doce miembros de la plana
mayor. En Francia se le suman seiscientos Golen y se dedican a fundar monasterios basados
en la Regula Monachorum: cuentan en todo momento con el apoyo de San Gregorio Magno,
quien recibe a San Columbano en Roma más de una vez. Luego del de Anegray establece el
monasterio de Luxeuil, de vasta influencia en la región, y el famoso de San Golen, a orillas del
lago Zurich, entre muchos otros. San Columbano muere en el año 615, en el monasterio
lombardo de Bobbio, dejando su misión prácticamente cumplida: cientos de monasterios en las
Galias, en Suiza y en Italia, es decir, en los antiguos asentamientos celtas, bajo la dirección de
los “monjes irlandeses”, Golen, e integrados a la Orden de San Benito.
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