Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 517
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Sociedades Secretas de la Sinarquía; y por consiguiente, no habrá constitución de la
Sinarquía. Sin lugar a dudas, Ernst Schaeffer, u otro mentecato semejante, será delegado por
los Demonios para hacer oír sus condiciones en Occidente: y en esas nuevas condiciones
se exigirá la eliminación de Ud. y de todos los que como Ud. son portadores del Signo
del Origen que ellos no pueden soportar.
La Sinarquía Universal del Fin de los Tiempos debe ver a los Dioses Traidores
enseñorearse en el Mundo, como en los días de la Atlántida, codo a codo con los Grandes
Rabinos del Pueblo Elegido: pero eso no lo podrán hacer mientras en el Mundo haya
hombres espirituales que levanten el estandarte del Origen, que hablen con las Runas
de Wothan. De allí que podamos afirmar sin temor a equivocarnos que la Operación Clave
Primera ha sido un éxito: hemos llevado un Iniciado con el Signo del Origen a La Brea, frente a
la Puerta de Bera y Birsa de Chang Shambalá; y lo hemos rescatado para la Estrategia del
Tercer Reich. En una palabra, hemos infligido al Enemigo el más grande desafío en su propio
terreno: es imposible que ahora quiera otra cosa más que la venganza. Y sus represalias ya
no serán de orden diplomático o político, ya no propiciará pactos secretos que avalen golpes
de Estado o intrigas palaciegas: el Tercer Reich deberá prepararse para resistir un formidable
potencial militar.
Y en cuanto a Ud., Lupus: demás está decirle lo que representa para nosotros. Contar con
Ud. significa disponer de ventaja estratégica para la ejecución de los planes de la Orden
Negra. En base a esto deberíamos tratar de preservarlo de todo peligro; sería lo más lógico.
Sin embargo haremos todo lo contrario: no descuidaremos de su seguridad, pero tampoco
impediremos que Ud. cumpla su misión, la misión que le fue encomendada por los Dioses
cuando lo señalaron con el Signo del Origen ¡Seguirá, pues, corriendo riesgos!
¡Estudiaremos cuidadosamente sus futuras operaciones y lo enviaremos a cerrar, con su
Signo Divino, las Puertas del Infierno! Ahora sabemos que Ud. puede hacerlo ¿lo hará?
Los dieciséis pares de ojos me taladraban el cerebro. Miré a Rudolph Hess, casi un padre
para mí ¿qué podía negarle a él? Y a Konrad Tarstein, mi Instructor Hiperbóreo, el Sabio que
me revelara tantos secretos ¿qué no le daría Yo a él, que nada necesitaba ni pedía para sí? Y
a los restantes Iniciados, los Arquitectos Secretos de la Nueva Alemania, los Jefes de la Orden
Negra : negarles algo a ellos era negarse a servir a la patria. En ese momento, Neffe Arturo,
mi respuesta sólo podía ser una:
– ¡Heil Hitler! –grité, y levanté mi brazo derecho para asentir inequívocamente. Mi
respuesta, Neffe, y eso lo comprendieron todos, era un juramento, un voto de Caballero .
Cuando todos se retiraron, media hora después, y sólo quedábamos el anfitrión, Rudolph
Hess y Yo en la Gregorstrasse 239, nos despedimos de Tarstein y partimos en el Mercedes.
Igual que antes, Yo manejaba y Rudolph Hess permanecía en el asiento trasero. Ansiaba
saludar a Ilse y descarté que fuéramos a la casa de Rudolph, pero éste me advirtió enseguida
“Al Hotel Kaiserhof”. Lo miré por el espejo retrovisor, sin comprender.
– ¿No adivinas quién nos espera allí? –preguntó, mientras sonreía burlonamente. Temblé
al preguntar:
– ¿Papá?
–Sí, Kurt. Tu padre en persona. El Barón Von Sübermann ha viajado especialmente desde
Egipto para entrevistar a su escurridizo hijo.
–Oh, qué alegría; qué alegría. No puedo creerlo, todavía. ¿Tú le avisaste, no es cierto?
¿Dime la verdad, taufpate?
–Pues sí. Yo le notifiqué, cuando supimos que estabas en alta mar, que podría venir 20
días después a Berlín. Y eso fue lo que hizo sin perder un instante. ¿Qué mal había en ello?
Es bueno que tu padre te vea al menos una vez al año. O al término de una operación en la
que por poco pierdes la vida. Apruebas mi decisión, ¿verdad?
–Oh, sí, taufpate. Me has brindado el más bello regalo que Yo podía esperar.
Aquella fue una de las mejores noches de mi vida. Con Papá, Rudolph, Ilse y el pequeño
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Wolf Rüdiger , en Berlín, en Enero de 1939, el Mundo parecía estar en nuestras manos. Aún
62 El hijo de Rudolph Hess, de dos años.
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