Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 51
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Toda la Antigüedad mediterránea pre griega conocía la existencia del “Manzano de
Tharsis”, hacia el que solían emprender peregrinaciones anuales los devotos de la Diosa del
Fuego. En un comienzo, en efecto, los fresnos y manzanos estaban asociados a Navután y
Frya, respectivamente. Posteriormente, luego de la alianza de sangre con los pueblos del
Pacto Cultural, los Sacerdotes consagraron el Manzano de Tharsis a la Diosa Belisana y
establecieron la costumbre de celebrar el Culto al pie de su añoso tronco. Para ello
construyeron un altar de piedra compuesto de dos columnas y una losa transversal, sobre la
que se asentaba la Lámpara Perenne: aquel fuego inmortal representaba a la Diosa, y el
Manzano el camino a seguir. Conforme enseñaban los Sacerdotes, el Dios Creador escribió el
Culto en la semilla del manzano; el árbol era sólo una parte del mensaje referido al destino del
hombre; la flor, por ejemplo, equivalía al corazón del hombre, el asiento del Alma, y su forma, y
su color, expresaban la Promesa de la Diosa; pero otra parte del mensaje estaba escrito en el
rosal y la Promesa de la Diosa también lucía en su flor, en su forma y su color; el manzano y el
rosal no sólo eran plantas de la misma familia sino que en realidad consistían en una sola
planta: fue la Promesa de la Diosa la que dividió la semilla del manzano para que hubiesen
varias flores diferentes, flores que revelarían el camino de la perfección a aquellos hombres
que se entregasen a Ella y abrazasen su Culto.
Por supuesto, el mito que describía el Culto sólo sería revelado por los Sacerdotes a
quienes ellos consideraban que estaban preparados para la iniciación en el sacerdocio, es
decir, a quienes iban a ser también Sacerdotes. El significado, secreto, de la Promesa sería
éste: el manzano y el rosal correspondían a dos estados o fases de la vida del hombre, como
la niñez y la adultez, por ejemplo; cuando era “como niño”, el hombre tenía su corazón
semejante a la flor del manzano, que era blanca y sonrosada por fuera, y se desplegaba
insensatamente; cuando fuese “como adulto”, es decir, cuando fuese iniciado como Sacerdote
del Culto o cuando fuese capaz de oficiarlo como un Sacerdote, tendría el corazón como la flor
del rosal, que era del color del Fuego de la Diosa y jamás se desplegaba totalmente, como no
fuera para morir; por eso existía en el mundo un solo manzano y muchos rosales: porque
muchas serían las perfecciones que podría alcanzar el hombre que emprendiese el sacerdocio
de la Diosa; la historia del manzano ya estaba escrita, en cambio la historia del rosal se estaba
siempre escribiendo; y la mejor parte aún no había sido escrita: vendrían al mundo, algún día,
hombres de un corazón tan perfecto, que entonces advendrían las rosas más bellas, como
nunca se vieron antes en la Tierra.
Con esta explicación, se entenderá por qué los Sacerdotes habían permitido que un viejo
rosal de pitiminí se hubiera enrollado como una serpiente en el tronco del Manzano de Tharsis:
indudablemente, tal disposición de los dos árboles era necesaria para representar el
significado secreto del Culto. El ritual obligaba a adorar el Fuego de la Diosa y admirar la flor
del manzano, deseando intensamente que la Diosa cumpliese la Promesa y el corazón del
Sacerdote se tornase como la flor del rosal. Pero el pueblo, que habitualmente ignoraba esta
interpretación del Culto, acudía de todas partes al Manzano de Tharsis para realizar sus
ofrendas ante el Altar de Fuego de la Diosa.
Cuando mis antepasados adquirieron los derechos del Señorío de Tharsis, que entonces
era muy reducido y estaba devastado por la reciente guerra contra los fenicios, se hicieron
cargo naturalmente del Culto Local, aunque carecían de una Lámpara Perenne. Prácticamente
no introdujeron reformas en lo referente a la Promesa pues aceptaban como un hecho que el
corazón estaba relacionado con la flor del manzano y que la adoración a la Diosa ocasionaría
una trasmutación análoga a la flor del rosal. Sólo en lo Tocante al Fuego se pudo apreciar el
primer efecto visible que la misión familiar estaba causando en los Señores de Tharsis;
agregaron al título de la Diosa la palabra “frío”, vale decir, que Belisana era ahora “la Diosa del
Fuego Frío”. Explicaron ese cambio como una revelación local de la Diosa. Ella había hablado
a los Señores de Tharsis; en la comunicación, afirmaba que sería Su Fuego el que se
instalaría en el corazón del hombre y lo trasmutaría; y que ese Fuego, al principio
extremadamente cálido, finalmente se tornaría más frío que el hielo: y sería ese Fuego Frío
el que produciría la mutación de la naturaleza humana.
Hay que ver en este cambio algo más que un simple agregado de palabras: era la primera
vez que en un Culto aparecía la posibilidad de enfrentar y superar al temor, es decir, al
sentimiento que en todos los Cultos aseguraba la sumisión del creyente; el temor a los Dioses
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