Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 450
¨El Misterio de Belicena Villca¨
reviste siempre la forma de una Diosa Antigua, una Shakty Divina, que no es otra más
que la imagen olvidada de la Pareja del Origen Los kâulikas creen que una vez alcanzada
la Vruna, lo que sólo se consigue luego de pasar por la muerte ritual, el Espíritu libre se
encuentra frente a la Verdad del Origen, se reencuentra con su pareja original, y se consuman
las Bodas del Espíritu, luego de las cuales se recupera la Eternidad. El kâulika, vivo o muerto,
experimenta desde entonces un Amor helado que no es de este Universo y queda reintegrado
a una Raza de Dioses Vrúnicos, Señores del Vril.
En síntesis, aquí los kâulikas siguen el Sendero Kula, que comienza en la mujer de
carne y termina en la Pareja Original, en lo profundo de Sí Mismo: al final de ese
peligroso camino, el kâulika, enfrentado definitivamente con la Verdad, corridos los
velos de todos los Misterios, es Shiva, el Destructor de la Ilusión, el Guerrero por
excelencia. Para nosotros, Von Sübermann, Shiva es Lúcifer, es Caín, es Hermes, es
Mercurio, es Wothan: para nosotros, Shiva es el prototipo del Caballero d.
El Gurú Visaraga y sus sadhakas continuaban observándome con delectación. El
extraordinario informe brindado por Karl Von Grossen me acababa de revelar por qué había
sido elegido para presidir aquella operación: a sus dotes y conocimientos militares, el
Standartenführer sumaba una gran comprensión de las costumbres y creencias religiosas del
Asia. Decidí hacerle una pregunta concreta, sobre el objetivo principal de la misión.
–Mucho le agradezco sus valiosos datos –dije– pero hay algo que me preocupa desde que
arribamos. Entonces Ud. dijo: “creí que no llegarían a tiempo”. ¿De qué tiempo disponemos,
Herr Von Grossen?
–Poco, muy poco, Von Sübermann. Pero será suficiente, si partimos cuanto antes y
redoblamos la marcha, para alcanzar a Schaeffer antes del lago Kyaring ¿Está Ud. enterado
que allí será entregado a una secta de fanáticos asesinos uno de los integrantes de la
expedición, el oficial Oskar Feil?
–Sí –respondí–. Fui informado en Berlín. Lo que me intriga es cómo ha podido saberlo
Ud., de qué medios se vale para conocer en todo momento la ubicación de la expedición de
Schaeffer.
–No es ningún secreto, ni se trata de ningún procedimiento misterioso o sobrenatural: es
espionaje liso y llano; el caso más clásico de espionaje que ha estudiado en el Curso de
Seguridad. Como Ud. ya sabe, desde que la Operación Altwesten se gestó en Alemania, fue
infiltrada por el S.D.: tenemos allí dos hombres del Servicio Secreto que no han despertado
sospecha alguna en el desconfiado Ernst Schaeffer. Sin embargo, ellos nada hubiesen podido
hacer si no contásemos a nuestro favor con el apoyo del Círculo Kâula, cuyos tentáculos se
extienden por todo el Tíbet. Son los fieles kâulikas quienes transportan los mensajes de
nuestros espías a través del Himalaya y nos facilitan permanentemente la localización de la
expedición. Ya le dije, Von Sübermann, que en estos países los kâulikas son muy temidos, y
su fama favorece la colaboración de los supersticiosos pobladores. Fama que, en este sentido,
ellos no desmerecen en absoluto, pues más que ascetas son monjes guerreros y los traidores
pueden estar seguros de que tarde o temprano morirán en sus manos. Así, pues, una vasta
red de espionaje se ha tendido en torno de nuestro objetivo.
Conviene que sepa, Von Sübermann, que el Dharma Rajá, el Jefe espiritual de todo el
país de Bután, es secreto partidario del Círculo Kâula y por eso ha destinado el Palacio
contiguo como Residencia de Invierno. Odia intensamente a los ingleses, a los que considera
“representantes de los Demonios”, y ha ordenado que se nos preste la mayor ayuda posible
mientras permanezcamos en su País. El segundo hombre importante es el Deb Rajá, a quien
se ha encargado de la Administración y los asuntos de Estado, por lo que debe permanecer en
Punakha y soportar a los ingleses, a los que odia tanto como el Dharma Rajá. De todos
modos, nosotros contamos con salvoconductos oficiales que nos permitirán llegar al Tíbet y
aún movernos en ese país, presentándonos como funcionarios y comerciantes al servicio del
Rajá.
–De acuerdo a lo dicho –prosiguió Von Grossen– disponemos de muy poco tiempo.
Deberíamos partir mañana mismo si fuese posible. Ernst Schaeffer ha salido de Lhasa hace
tres semanas, siguiendo la ruta hacia Chamdo, pero su marcha es lenta pues no desea que
algún malentendido malogre su visita a Chang Shambalá: sabe que sus movimientos son
450