Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 434
¨El Misterio de Belicena Villca¨
de evitar que miradas indeseables pudiesen caer sobre un tema que las más poderosas
fuerzas sinárquicas estaban interesadas en ocultar. Y me volvió a alertar sobre la, por
entonces incomprensible, circunstancia de que Yo constituía la presa que Ellos se
propondrían cazar.
En fin, Neffe; con respecto a la información era fácil comprobar que Tarstein estaba en lo
cierto y que no admitía una explicación sencilla de la ocultación druídica que se efectuaba en
Inglaterra. Esto saltará a la vista si realizas una comparación esclarecedora. Por ejemplo, lee
el artículo “Druida” del Diccionario Enciclopédico de Montaner y Simón, el cual está editado
en Barcelona a fines del siglo XIX, y no te quedarán dudas de que la publicación inglesa está
afectada por un extraño raquitismo, aunque en el ensayo español se advierte el mismo
propósito de dejar bien parados a los Druidas.
Acto seguido, tío Kurt puso en mis manos el Tomo VII del Diccionario Enciclopédico, obra
en 25 tomos que indudablemente tenía menor envergadura que la Enciclopedia Británica.
Busqué el artículo aludido y leí:
DRUIDA (del lat. druida; del címrico druiz o deruiz, de dervo, encina): m. Sacerdote de
los antiguos galos y britanos.
– Druida: Hist. Mucho se ha discutido sobre la etimología de la palabra druida. Los
etimólogos han acudido hasta a los diccionarios hebreos para ver si en ellos hallaban
algo que les diera alguna idea sobre ella. El nombre de druida es un apelativo como la
mayor parte de los sustantivos radicales de todas las lenguas. En lengua gala draoi o
druidas significa adivino, augur, mago, y druidheatch adivinación y magia. Se ha dicho
también que esta palabra se deriva de la voz griega δρυς que significa encina, porque
habitaban y enseñaban sus doctrinas en los bosques, y porque, como dice Plinio el
Viejo, no hacían sus sacrificios sino al pie de una encina; pero esta etimología, aunque
tenga en su favor la razón de la antigüedad, puesto que es de los tiempos de Plinio, no
por eso deja de parecer puramente caprichosa, pues no es muy natural que los druidas
fueran a tomar su nombre de una voz extranjera. Otros sostienen que la palabra druida
se deriva de la voz británica dru o drew, que también significa encina, y que de ésta se
deriva la voz griega δρυς. De las muchas etimologías orientales que se han presentado
parece la más aceptable la forma sánscrita druwidh, que significa pobre indigente,
porque los druidas, como los sacerdotes de todas las naciones, debían hacer voto de
pobreza. Los argumentos en favor del origen oriental de los druidas son muy dignos de
ser atendidos, ya que no por otras razones, porque ha sido aceptado por muchos
escritores de la antigüedad. Diógenes Laercio y Aristóteles colocan a los druidas y a los
caldeos al lado de los magos persas y de los indios, opinión que con ellos comparten
gran número de escritores. La divinidad de los brahmanes tiene una gran semejanza
con la divinidad druídica. La importancia que los druidas concedían a los bueyes es
otra coincidencia singular; los misterios druídicos tienen también gran analogía con los
misterios de la India. En la vara mágica de los druidas se ve el bastón sagrado de los
brahmanes. Unos y otros tenían los mismos objetos consagrados: usaban tiaras de
tela, y el círculo simbólico de Brahma, como la media luna, símbolo de Siva, eran
ornamentos druídicos. Grandes eran también las analogías entre la idea que tenían los
druidas de un Ser Supremo y la que se encuentra en las obras sagradas de la India; así
que no parece muy aventurado suponer grandes relaciones entre druidas y sacerdotes
indios y pérsicos.
Hubo druidas no solamente en la Bretaña habitada por pueblos galos, sino
también en la Galia cisalpina y en el valle meridional del Danubio, habitado también por
pueblos galos; pero no los hubo en Germania, como sin ningún fundamento pretenden
los que dicen que los germanos son los hermanos de los galos y los denominan con el
apelativo imaginario de celtas; o más claro y terminante, los sacerdotes de los
germanos no llevaban el nombre de druidas.
Según César, en su obra De Bello Gallico, en cuyo libro VI se ocupa de los usos
y costumbres de los galos y los germanos, la ciencia druídica fue inventada en Bretaña
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