Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 416

¨El Misterio de Belicena Villca¨ Arjuna es humano, está encarnado y vive circunstancias kármicas; debe cumplir el Dharma y resolver el conflicto de los Arquetipos opuestos; de ese modo realizará la condena impuesta a priori por los Señores del Karma de Chang Shambalá, la condena incomprensible de la guerra familiar que pesa sobre su corazón. Pero a su parte espiritual, a su naturaleza aria-hiperbórea, el Siddha Krishna sugiere trascender los opuestos, no por medio de su síntesis, cual podría ser la guerra, sino situándose en la instancia absoluta del Espíritu Eterno. El Espíritu, “el Ser”, en efecto, es Eterno o Increado, ajeno a todos los opuestos Creados, que no son más que Maya, Ilusión. Para el Espíritu no hay vida ni muerte Creada sino Ilusión y, por lo tanto, no hay pecado ni culpa, no hay deudas que saldar ni Karma: si la decisión procede del Espíritu, la acción no producirá efecto posterior sobre Sí Mismo porque la Ilusión carece de capacidad para actuar sobre la Realidad del Ser; y esto, cualquiera sea la acción realizada, incluso matar a los parientes y amigos. Sin embargo el Kshatriya debe cumplir una condición esencial para que su naturaleza espiritual predomine sobre la parte anímica o animal: debe endurecer su corazón debe “echar fuera esa debilidad no aria” vale decir, debe despojarse de todo sentimiento compasivo hacia quienes no son sino actores de un argumento kármico, pura Ilusión; ellos no existen realmente, no viven o como dice Krishna “ya están muertos en mí”. Esta es la Sabiduría de los Señores de Venus de Agartha: sólo es un verdadero Kshatriya quien posee un corazón duro como la Piedra y frío como el Hielo; y sólo un Kshatriya tal puede realizar cualquier acción, incluso matar, sin que el Karma lo toque. ¡Ese es el Poder, Oh Kurt, hombre de Sangre Pura, del Kshatriya- Iniciado-Hiperbóreo, el hombre Semidivino que tiene su Espíritu Increado encadenado al Alma Creada! Aquellas palabras irrumpieron como un relámpago en mi conciencia llenándome de perplejidad, ésta, por varias razones. Primero porque me acometía la seguridad –como ya dije– que la Voz era externa a mí ser. Segundo por el tono de la Voz: firme y enérgica, era a la vez una Voz confiable y amistosa. Yo sentía en su presencia que no me era posible desconfiar ni dudar de sus palabras pues esa Voz era emitida por Alguien superior a mí mismo. Alguien que se “acercaba” para ayudarme y guiarme. Y tercero porque el “contenido” de esas palabras, los “conceptos” volcados en mi conciencia no siempre eran claros y comprensibles. Esto último debe entenderse no en el sentido de que fueran oscuros o velados, sino que dichos conceptos aludían a cosas y situaciones desconocidas u olvidadas por mí. Digo “olvidadas” porque en ese sentimiento de veracidad que me inducía el escuchar las palabras de la Voz coexistía como una reminiscencia de un Saber perdido, de una Verdad olvidada. Shambalá, Agartha, Señores de Venus, conceptos brevemente familiares que alguna vez formaron parte de algún conocimiento más vasto pero que, inexplicablemente, había olvidado sin poder precisar dónde ni cuándo, con seguridad no en esta vida y tal vez no en “otra vida” sino en un “estado del Espíritu” fuera de toda vida y manifestación. De una cosa estaba seguro: la Verdad estaba en el pasado, un remoto pasado que, sin embargo, casi podía tocar con la punta de los dedos. Capítulo XV Cuando reaccionaba, luego de recibir uno de estos “mensajes”, mi primer impulso era “preguntar” algo más a la Voz, interrogar sobre la “interpretación” del mensaje, o sobre la misma Voz. Pero era inútil pues la Voz desaparecía tan misteriosamente como había aparecido y sólo obtenía el silencio por respuesta. Sin embargo, cuando no pensaba en ello, y me encontraba meditando sobre alguna cuestión del ámbito de la Historia, la Filosofía o la Religión, aparecía el Comentario Fugaz, la Palabra Sabia y Fulgurante, como una Chispa de Sabiduría. Esa dificultad para “comunicarme” con la Voz lejos de decepcionarme estimulaba mi curiosidad y me embarcó en una breve búsqueda de información sobre tan extraño fenómeno. El oído interior se había abierto cuando fui presentado al Führer, debido al poderoso influjo de su presencia, y luego partí con Papá hacia Egipto para pasar unas vacaciones, como ya dije. Era durante esos días que intenté develar el misterio de las apariciones furtivas de la Voz. Para ello comencé a leer todo cuanto se refería a casos similares al mío, comprobando con 416