Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 405
¨El Misterio de Belicena Villca¨
sentarse a la mesa, nadie en Alemania hubiera sido capaz de interrumpirle por un motivo tan
prosaico como yantar una cena. Yo por mi parte sólo deseaba seguir oyendo sus increíbles
revelaciones y por eso, cuando me preguntó si le había comprendido, no vacilé en hacerle
presente mis dudas:
–Hay algo que ahora me preocupa –dije inmediatamente–. Todo cuanto Ud. ha dicho, mi
Führer, sobre el Demiurgo El Uno lo comprendo perfectamente y lo acepto, pero no puedo
dejar de preguntarme ¿quién es entonces Dios, el verdadero Dios ¿O...?
–Esa es una pregunta que no debe Ud. hacerse, joven Kurt, –afirmó categóricamente el
Führer–. No mientras su mente esté sujeta a la lógica racional, pues sólo logrará entonces
arribar a paradojas irreductibles. Pero es evidente que la duda ya ha germinado en Ud. y que
seguirá meditando en ello. Le daré entonces una respuesta provisoria: Dios es incognoscible
para todo aquel que no ha conquistado el Vril. Tenga siempre presente esta verdad, joven
Kurt: desde la miserable condición de esclavo de Jehová Satanás no es posible conocer a
Dios, pues Él es absolutamente trascendente. Es necesario recorrer un largo camino de
purificación sanguínea para saber algo sobre Dios, sobre el “verdadero Dios”, como Ud. bien
dice. La mayoría de las grandes religiones, al hablar de Dios, se refieren al Demiurgo El Uno.
Esto ocurre porque las Razas que pueblan actualmente el mundo han sido “trabajadas” por los
Demonios de Shambalá, implantándoles ideas sinárquicas en la memoria genética de sus
miembros, para poder dirigirlas hacia el gran Arquetipo colectivo que se llama Manú. Así,
percibiendo la realidad tras un velo de engaño, se llega a esas concepciones de Dios
panteísta, monista o trinitario, que sólo son apariencias de El Uno, el Demiurgo ordenador de
la materia.
Fíjese lo que ocurre con el concepto de Dios que poseen los distintos pueblos integrantes
de la antigua familia de lenguas indogermanas: casi todos los nombres derivan de las mismas
palabras y es seguro que éstas designan en un pasado remoto a un Dios “Creador de todo lo
existente”, es decir al Demiurgo, El Uno. En sánscrito tenemos las palabras “Dyans pitar”, que
en los Vedas se utilizan para nombrar al “Padre que está en los Cielos”. Dyans es la raíz que
en griego produce Zeus y Theo, con sentido similar al sánscrito y que pasa a ser en latín
Júpiter, Deus pater o Jovis. Los antiguos germanos se referían igualmente a Zin, Tyr o Tiwaz
como el Dios “Creador” de lo existente, palabras que también provienen del sánscrito Dyans
pitar.
Igual etimología poseen palabras que designan a Dios en las familias de lenguas turanias
y semitas. En esta última familia, de importante relación con el hebreo, encontramos “El” como
una antigua denominación del Demiurgo en su representante planetario “El fuerte”. En
Babilonia, Fenicia y Palestina se adoró a Él, Il, Enlil, nombres que los árabes transformaron en
Il ah o Alah, etc. No debe extrañarle, joven Kurt, esta unidad etimológica pues lo alarmante es
la “unidad de concepto” que se descubre tras las palabras mencionadas, ya que en todas las
religiones y filosofías siempre se llega a dos o tres ideas de Dios aparentemente irreductibles,
pero que en realidad se refieren a distintos aspectos del Demiurgo: tal la preferencia por un
“Dios panteísta e inmanente”: El Uno; o “trascendente” pero “Creador de la Tierra y los Cielos”:
Jehová Satanás, Júpiter, Zeus, Brahma, etc.
El Führer me miraba ahora con los ojos brillantes y Yo adiviné que sus próximas palabras
tendrían un contenido realmente importante:
–Hubo una guerra, joven Kurt. Una guerra espantosa, de la cual el Mahabarata guarda
quizás un recuerdo distorsionado. Dicha guerra involucró varios Cielos en su teatro de
operaciones y produjo como su expresión más externa, lo que se ha dado en llamar “el
hundimiento de la Atlántida”. Pero nadie conoce a fondo a qué se hace referencia cuando se
habla de la “Atlántida”, ya que no se trata sólo de “un continente hundido”. Dicha guerra lleva
ya más de un millón de años en este plano físico, durante los cuales han sido varias las
Atlántidas físicas, continentales, que se han hundido, y ahora, en nuestro siglo XX, podemos
decir que nuevamente se apresta a “hundirse la Atlántida”. Pero dejemos este Misterio por
ahora pues tendrá que volver sobre el mismo durante sus estudios.
Para concluir esta conversación le diré una última cosa joven Kurt. Sepa Ud. que en esa
Guerra Esencial, en la que se combate por la liberación de los Espíritus cautivos, por la
mutación colectiva de la Raza, contra la Sinarquía y contra Jehová Satanás, el Tercer Reich ha
comprometido todo su potencial espiritual, biológico y material.
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