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¨El Misterio de Belicena Villca¨
acaecidos en relación con uno o varios enfermos. Estos fenómenos, muy atractivos para el
profano, no cuentan con una adecuada fundamentación científica y ese hecho es la principal
razón de su ocultamiento. Suelen ser de muy distinta tipología: elevación de un objeto en el
espacio sin una fuerza evidente que lo sustente (levitación), desplazamiento de objetos
(telekinesis), aumento del brillo de los objetos en la celda del enfermo o viraje en el tono de
los colores (cromación), aparición de objetos desconocidos o desaparición de otros (aporte
de materia), etc.
Demás está decir que todos estos fenómenos son susceptibles de verificación colectiva
cuando se presentan, pero completamente irreproducibles en condiciones de estudio o
laboratorio. Esto se debe principalmente a que los “responsables” de semejantes fenómenos
están locos de remate y generalmente son inconscientes de las alteraciones que producen.
Lo que torna incomprensibles a tales fenómenos, es su aparente contradicción a las leyes
naturales, pero suele admitirse en medios académicos y científicos que una mejor
“comprensión de la naturaleza” (esto es: un mayor progreso de la Ciencia) traerá, justamente,
la solución a estos interrogantes. Se confía entonces en que “la Ciencia” dará las soluciones a
las contradicciones de “la Ciencia”, proposición que es lógicamente inconsistente y suena
cuando menos ridícula.
El meollo está en que fenómenos tales como la mencionada telekinesis, presentan fallas a
la ley de causalidad. Esta ley dice que “a todo efecto (fenómeno) le corresponde una causa
que lo origina”. En la telekinesis por ejemplo el objeto se mueve como si actuara una “fuerza
de acción a distancia” (del tipo de la gravedad o el magnetismo) sin que, hasta hoy, se haya
comprobado la acción de alguna fuerza. Es decir, “se mueve como si actuara” una fuerza, pero
no actúa ninguna fuerza. Se dice entonces que “falla la ley de causalidad” porque el efecto no
tiene causa que lo origine y, consecuentemente, se niega la existencia del efecto (fenómeno)
para “salvar” la ley de causalidad.
Lo más acertado sería aceptar que se desconoce el vínculo (la ley) que une causa (el
enfermo) y efecto (el objeto desplazado).
En la Psicología Analítica, desarrollada por C. G. Jung, se ha ensayado una teoría muy
atractiva para salvar estas dificultades y las que surgen del caso común de los hombres que,
estando separados cultural, geográfica, y temporalmente, sin ningún vínculo comprobable
entre ellos, tienen ideas idénticas o análogas. Actuaría aquí un “Principio de Sincronía”
desconocido por la Ciencia, debido a su incorrecta comprensión del Tiempo.
Conviene recordar, a este respecto, lo que dice C. G. Jung en “El Secreto de la Flor de
Oro”: “Hace algunos años me preguntó el entonces presidente de la British
Anthropological Society cómo podía Yo explicar que un pueblo espiritualmente tan
elevado como el chino no hubiese materializado ninguna Ciencia. Le repliqué que eso
debía muy bien ser una ilusión óptica, pues los chinos poseían una “Ciencia” cuyo
Standard Work era precisamente el I-Ching pero que el principio de esta Ciencia, como
tantas otras cosas en la China, es por completo diferente de nuestro principio científico.
La ciencia del I-Ching, en efecto, no reposa sobre el principio de causalidad, sino sobre
uno, hasta ahora no denominado –porque no ha surgido entre nosotros– que a título de
ensayo he designado como Principio de Sincronicidad Mis exploraciones de los
procesos inconscientes, me habían ya obligado, desde hacía muchos años, a mirar en
torno mío en busca de otro principio explicativo, porque el de causalidad me parecía
insuficiente, para explicar ciertos fenómenos notables de la psicología de lo
inconsciente. Hallé en efecto que hay fenómenos psicológicos paralelos que no se dejan
en absoluto relacionar causalmente entre sí, sino que deben hallarse en otra relación del
acontecer. Esta correlación me pareció esencialmente dada por el hecho de la
simultaneidad relativa, de ahí la expresión sincronicidad Parece, en realidad como si el
tiempo fuera, no algo menos abstracto, sino más bien un continuum concreto, que
contiene cualidades o condiciones fundamentales que se pueden manifestar, con
simultaneidad relativa, en diferentes lugares, con un paralelismo causalmente
inexplicable como, por ejemplo, en casos de la manifestación simultánea de idénticos
pensamientos, símbolos o estados psíquicos. Otro ejemplo sería la simultaneidad
destacada por R. Wilhelm de los períodos estilísticos chinos y europeos, que no pueden
ser causalmente relacionados entre sí”.
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