Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 337

¨El Misterio de Belicena Villca¨ lengua rúnica, que era la copia del Oera Linda. Junto, había una traducción al inglés hecha y comentada por Robert Scrupton en 1977, titulada “The Other Atlantis”. De este último texto leyó, ante mi curiosidad, lo siguiente: “Las implicaciones del Oera Linda son que algunos refugiados de la hundida Atlandia, alcanzaron el área general de los Países Bajos y Dinamarca, poblados ya por colonos atlandeses por lo menos desde el año 4.000 A.J.C. Se establecieron allí y contactaron con sus parientes, quienes, como piratas, marinos y mercaderes, habían mantenido comunicación con la madre patria y con los diversos lugares del mundo colonizados por atlandeses”. “Al cabo de un tiempo, los descendientes frisones, escribieron relatos de la madre patria, sus gentes, su historia, su religión y su ley. Conforme una generación sucedía a otra, se perdieron algunos de los más antiguos escritos, mientras que otros se resumían y se añadieron nuevos capítulos a la historia de aquel pueblo. Se convirtieron así en el diario de un pueblo renovado y modernizado, en una verdad sagrada para la familia que la poseía”. “Estos resúmenes y adiciones, continuaron siendo realizados por los descendientes de la Atlandia hasta el año 1256 de nuestra Era, dando de este modo, siempre que se acepte la autenticidad de los manuscritos, el testamento de la historia de un pueblo durante 3.000 ó 5.000 años: un documento sin paralelo en la Historia human ”. “Nada se añadió después de 1256, fecha en que Hiddo Over de Linda de Frisia, recopiló todo el material existente en un nuevo papel hecho a base de algodón, que los árabes habían traído a España y que se estaba empezando a utilizar en toda Europa”. “La copia final pasó de una generación a otra de la familia, hasta el año 1848, fecha en que una mujer, Aafjie Meylhof (nacida Over de Linden), se la dio a su sobrino Cornelius Over de Linden. Este último, que era maestro de navíos en los Astilleros Neerlandeses de Helder, decidió finalmente que el doctor Eelco Verwiss, bibliotecario de la Biblioteca Provincial de Leewarden, de Frisia, copiara el documento”. “El escrito –con todas sus implicaciones– pasó a dominio público”. Siguió leyendo el Profesor los comentarios de Robert Scrupton, reseñando las pericias sufridas por el Oera Linda hasta nuestros días. Pues, aunque no existen casi dudas sobre su autenticidad –por lo menos hasta el año 1256–, muchos se resisten a aceptarlo como documento histórico ya que el milenario libro, al echar luz sobre episodios mitológicos de la Historia, se hace de enconados enemigos. Yo escuchaba fascinado mientras el Profesor continuaba implacable: –Bien, vamos a lo nuestro. En uno de los manuscritos frisones, donde se cuenta la lucha que sostuvieron los hombres de Frisia (blancos) con los invasores Magiares (amarillos) 2.000 años A.J.C. está la historia de Neef Teunis, un marino frisón que, saliendo de Dinamarca, navega hasta el Mediterráneo con la idea de entrar al servicio de los Reyes de Egipto. “En la parte más al norte del Mediterráneo –dice el Oera Linda– hay una isla cercana a la costa. Llegaron allí y pidieron comprarla, sobre lo que se celebró un consejo general”. “Se pidió el consejo de la Madre, y ella deseaba verlos distantes, por lo que no vio daño en ello; pero cuando después vimos el error que habíamos cometido, llamamos Messellía (Marsella) a la isla. Enseguida se verá la razón que tuvimos”. “Los Golen, nombre que recibían los Sacerdotes misioneros de Sidón, habían observado que la tierra estaba escasamente poblada, y alejada de la Madre”. –Le aclaro, Arturo, que tanto en el Oera Linda, así como en numerosas sagas tradicionales nórdicas, se utiliza el término “Madre” para denominar, genéricamente, a las Sacerdotisas del Culto del Fuego–. “Con el fin de causar una impresión favorable, los Golen se llamaban a sí mismos en nuestra lengua “Seguidores de la Verdad”, pero mejor se hubieran llamado “Quienes no tienen la Verdad” o, más brevemente, Triuweden, como después los llamó nuestro pueblo marinero. Cuando estuvieron bien establecidos, sus mercaderes cambiaron sus bellas armas de cobre y todo tipo de joyas, por nuestras armas de hierro y cueros de bestias salvajes, que eran abundantes en nuestros países nórdicos; pero los Golen celebraron todo tipo de fiestas viles y monstruosas, que los habitantes de la costa promovían con sus lascivas mujeres y su dulce vino envenenado. Si alguno de nuestro pueblo se conducía de forma que su vida estaba en peligro, los Golen le proporcionaban refugio y lo enviaban a Phonisia, es decir, Palmland (Fenicia). Cuando 337