Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 282
¨El Misterio de Belicena Villca¨
franciscano Antonio de Marchena. El 2 de Enero de 1492 Boabdil entrega Granada a Don
Fernando y a Doña Isabel; a continuación, el Arzobispo Domini Canis Hernando de Talavera
conmina a los herejes, árabes y judíos, a convertirse al cristianismo: en caso contrario deberán
abandonar España; quince días después, en La Rábida, se cumple la profecía de Bera y Birsa.
Quiblón, luciendo el hábito franciscano, se halla frente a la magnífica escultura de la
Milagrosa: esa obra se atribuye generalmente al Apóstol San Lucas pero en verdad, según se
vio el Día Trigésimo, fue tallada por un monje Templario del siglo XIII. Los Golen acaban de
oficiar el Ritual y el Gran Sacrificador ha recibido la Shekhinah. Quiblón se siente entonces
como poseído por el Alma Universal de
y cae de rodillas ante la imagen de la Madre de
Dios, a quien ve como si estuviera viviente y cuyo Amor sin límites le consume el corazón.
Un prodigio se produce y la Granada de Su Báculo comienza a sangrar; pero Quiblón no lo
nota: oye en cambio a la Gran Madre Binah hablarle en el más puro idioma hebreo:
–Santo Quiblón, Gran Sacrificador,
Hijo del Anciano de los Ancianos
¡Su Verbo creativo es tu sagrada Voz!
El Logos Seminal del Padre
está en la Razón de tu Mente;
pero el dulce Amor de la Madre
te quema de pasión el Corazón.
Yo Soy Binah, la Madre del Messiah,
Yo Soy Binah, la Madre de Metatrón.
Yo Soy Binah, La Inteligencia de Dios.
Yo Soy quien guiará tu Rumbo
en el oscuro Mar del Terror.
¿Quién podrá, entonces, detenerte,
Santo, Santo, Santo, Quiblón?
Por Mí entiendes el Misterio del Templo,
por Mí recibes la Vida de Rimón.
Al Padre regálale la Sangre.
Para Mí, quiero el Amor.
Hay tres Imperios que esperan
su pronta destrucción.
Ríos de Sangre Cálida,
derramará el Español.
Esta Raza arrogante,
de albina distinción,
será el puñal filoso del Sacrificador.
Como Raza, la Sangre
de los Pueblos Paganos
ofrendarán a Dios.
Mas, de a uno apareados
con los sobrevivientes
procrearán sin freno
los Hijos del Horror.
Esta será Mi recompensa
Santo, Santo, Santo, Quiblón.
Al Padre, regálale la Sangre.
Para Mí, quiero el Amor.
Y esa Raza soberbia,
del valiente español,
se hundirá en la marisma
de la Baja Pasión.
¿Qué quedará de ella,
Santo, Santo, Santo, Quiblón?:
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