Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 276

¨El Misterio de Belicena Villca¨ saltos sobre Kokabiel intentando degollarlo con un filoso puñal de Jade. Esa arma, procedente de China, la había recomendado Isa como muy efectiva para abatir a los Demonios. Rodando en mortal abrazo dos Hiperbóreos enemigos, el blanco Nimrod y el tenebroso Kokabiel, jugaban sus inmortales e ilusorias vidas tratando de apuñalarse mutuamente. Era algo que no se veía desde 8.000 años atrás. Pero sus cuerpos pertenecían a dos Razas distintas. Kokabiel era enorme, casi el doble de tamaño que el valeroso Nimrod, y esa ventaja física, sumada a su odio que constituía una energía casi palpable, abrasadora, ponían en aprietos al Rey Kassita. –¡Muere, Perro Nimrod! –gritó el Nefilim mientras presionaba el cuello del Rey Kassita, sorprendido en mortal llave de lucha. –¡Muere y regresa al mundo infernal de los humanos mortales! –comenzaron a crujir los huesos del infortunado Rey. –¡Imbécil Nimrod! ¿Querías conquistar el Cielo? El castigo será terrible. Te encadenaremos de tal forma que regresarás a la conciencia mineral o, peor aún, al mundo elemental de las larvas etéricas. Y tardarás milenios en quitarte la rueda del Karma, maldito Nimrod. Y con tu pueblo haremos un escarmiento definitivo. ¡Será borrado de la faz de la Tierra! Pero tu derrota será recordada siempre por el linaje habiro de YHVH. –¡Crack!, sonó lúgubremente el espinazo de Nimrod al partirse. –Ja, Ja, Ja, –reía cínicamente Kokabiel–. Sí que te va bien ese nombre: “Nimrod, el Derrotado”. Así serás recordado, perro Nimrod. Ja, Ja, Ja. ¡Ahhaha! –aulló horriblemente el Nefilim al advertir que el cuchillo de jade había penetrado hasta la empuñadura en su cintura. En todo momento de la lucha había tratado Nimrod de hundir el arma pero ésta resbalaba en la coraza electrostática con precipitación mineral que lo protegía. Al fin, cuando se sintió morir, difundió su conciencia en la Sangre, a la manera hiperbórea, y dejó que el último esfuerzo de su brazo fuese guiado por los impulsos primordiales. Y entonces la mano, temiblemente armada, se disparó directamente a un punto de la cintura del Nefilim, justo sobre el hígado, adonde un vórtice de chakra generaba un punto débil en la armadura. Ahora Kokabiel estaba muerto, y nunca más viviría en este Universo, tal es el misterio que tratan de ocultar los Demonios Nefilim de Chang Shambalá. Pero Nimrod agonizaba junto al gigantesco cadáver… Al caer Kokabiel un súbito desconcierto se generó entre las huestes demoníacas. Sin embargo las voces de otros cobardes Nefilim los incitaban a luchar sin retroceder. La matanza era terrible y la sangre cubría ya gran parte del patio, sembrado con cientos de cadáveres. Una escuadra de zapadores comenzó a incendiar los corredores adyacentes y pronto ardió el Palacio que se hallaba, evidentemente, evacuado. En medio de la confusión, algunos guerreros sentaron al Rey arquero contra la rumorosa fuente y le vieron sonreír mientras el titilar de las voraces lenguas de fuego proyectaba sombras danzantes sobre su rostro. También le vieron hablar con el espectro de Isa. Algunos hasta pudieron oír con claridad lo que decían: –Oh, Isa. ¿Dónde has estado Princesa? –Muy lejos, Valeroso Nimrod –respondió la Iniciada muerta–. El monstruo de fuego Enlil me transportó fuera del mundo terrestre, hasta la Casa de su Amo Shamash, el Sol. Allí vi una Ciudad de Fuego, con los Demonios más infernales que nadie puede imaginar. Había once “Dioses” semejantes a Enlil. Y uno, Oh Nimrod, que no puede ser descripto por ningún mortal sin correr el riesgo de perder la cordura. El monstruo más espantoso y abominable que imaginarse pueda en una eternidad de locura. ¡Y habitaba en Shamash! ¡Y todo, Oh Nimrod, todo lo existente, todo cuanto vimos aquí, en este Infierno, y en otros muchos mundos que atravesó el monstruo, todo estaba vivo, palpitaba, y era parte de Él! Pero debes alegrarte, Oh Nimrod, porque ni El pudo con el signo primordial de HK. – ¡Tórnate árbol! –le ordenó Shamash al Dragón Enlil– y confunde en la gnosis primordial de tus frutos a ese Signo que nos recuerda al Incognoscible! –De pronto, intrépido Nimrod, me hallé en la copa de un árbol espino, un Manzano, un Rosal, un Almendro, un árbol que los era todos a la vez, un árbol cuyos frutos contenían el Secreto de la Serpiente, la Sabiduría del Creador Enlil, el Conocimiento que cuidan los Demonios porque es la heredad de los animales hombres y de los Pueblos Elegidos por El. Ese árbol colgaba de negros abismos y llegaba hasta Shamash. Comencé a descender y 276