Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 271

¨El Misterio de Belicena Villca¨ visto, habían atraído misteriosamente la atención de los Kassitas. Entre los guerreros, algunos no sabían leer, pero, extrañamente, el mensaje llegaba igual a sus mentes. Y, aunque no entendían muchos de los conceptos empleados, sabían perfectamente que se intentaba comprarlos, toda vez que se les proponía una oferta; sobornarlos para que abandonasen la lucha y se rindiesen sin presentar batalla. ¿Los Kassitas derrotados, desarmados con “palabras”? ¿Y cuál sería el precio cobrado por tan cobarde claudicación? Nada menos que servir al odiado Enlil... Un murmullo se elevó desde la Elite guerrera: se intentaba engañarlos y aparte se había insultado a su Dios Kus. La sangre hervía en las venas de los heroicos Kassitas. Pero el mensaje proseguía: Si aceptáis Nuestra generosa oferta os convertiréis en los Guerreros de la Rosa, aprenderéis la Doctrina del Corazón y, merced a esta Sabiduría, descubriréis en vuestro propio Corazón a Él, a Aquel por quien sois todo, al Anciano de los Días, al Señor de los Eternos Veranos, al Kumara Sanat. Si aceptáis, lucharéis siempre por El y por su Pueblo Elegido Habiro, cuya simiente se halla muy cerca de vosotros. Si aceptáis regresaréis al mundo como Adeptos Iniciados en el Misterio de la Kâlachakra la Ciencia más poderosa de la Tierra. Y gracias a sus secretos seréis los hombres más fuertes, no habrá enemigos que se os puedan enfrentar. Seréis Magos respetados, Generales victoriosos, Reyes invencibles, hombres riquísimos, depositarios de un Poder como nunca se ha visto. Compartiréis la gloria de reinar en el Mundo Junto al linaje elegido por El en el día no lejano en que El, como YHVH-Sebaoth se presentará ante unos pueblos numerosos, adoradores de la Materia, y los conducirá con brazo firme desde la Sinarquía de Su Poder... –¡Nooo! –Resonó como un trueno la voz de Nimrod–. ¡No miréis el maldito estandarte! Su voz está afuera, en el Mundo del Engaño. ¿Qué os dice vuestra Sangre Pura, guerreros Kassitas? ¿No aprendimos de Kus, el Hiperbóreo, que intentarían comprar nuestras armas? ¿Y no nos dijo Kus, allá en nuestras montañas lejanas, que ceder a los Demonios sería nuestro fin? Desenvainó su espada y con un rápido movimiento se infligió una herida en la mano izquierda. –Escuchad –prosiguió– Yo, Nimrod, quien os ha guiado victoriosamente en mil batallas, os digo que debemos combatir hasta la muerte a estos viles Demonios que no se atreven a enfrentarnos. Os digo que mienten y que con sus promesas sólo buscan perdernos –levantó su mano, de la cual manaba abundante sangre– ¡Aquí está mi sangre, que es la más pura del 271