Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 258
¨El Misterio de Belicena Villca¨
hiperbórea de guerra suelen construirse edificios semejantes a fortalezas cuyo plano de la
base casi siempre es un “laberinto”. Debe utilizarse tal figura debido a exigencias técnicas de
la canalización de energías telúricas y puedo agregar que la aplicación de la “técnica de los
laberintos” es otra de las siete maneras de abrir puertas inducidas. Por supuesto, no cesaré de
repetir, que los productos de estas técnicas hiperbóreas no son automáticos, es decir, incluyen
en su funcionalidad la participación de hombres entrenados.
El plan de guerra de Nimrod constaba, entonces, de tres pasos: 1ro.) abrir la puerta al
plano de Chang Shambalá; 2do.) acceder al famoso Umbral de la iniciación sinárquica; 3ro.)
atacar, atacar, atacar...
Para complementar esta colosal Estrategia se contaban una serie de detalles logísticos
como por ejemplo la elección de las armas o la posibilidad de emplear las antiquísimas
“corazas mágicas” de la Atlántida. Con respecto a las armas los Iniciados cainitas decidieron
que los guerreros emplearían flechas construidas según una antigua fórmula: las plumas
serían de ibis; las varas, de acacia del Cáucaso; y las puntas, de piedra, serían pequeñas
estalactitas perfectamente cónicas recogidas de unas cavernas profundas y misteriosas que
una tradición chamán afirma se conecta con el Reino Hiperbóreo de Agartha.
En cuanto a las “corazas mágicas” es fácil figurarse hoy, a la luz de la moderna tecnología
electrónica, cómo sería un “campo electrostático precipitador de materia”, envolvente de todo
el cuerpo. Sin embargo esta “coraza electrónica”, llamada mágica en la Época de Nimrod, era
una defensa común en los días de la Atlántida, hasta unos 12.000 años atrás. Los Iniciados
cainitas sólo lograron dotar por algunas horas de tal campo protector al Rey Nimrod y a su
General Ninurta pues nadie más en el pueblo contaba con las condiciones de pureza
necesarias para aplicar la antiquísima técnica. ¡Sólo dos guerreros cuando la Atlántida contaba
con ejércitos enteros que empleaban el “abrigo de metal”! Esta técnica sufrió una lenta
degradación hasta desaparecer completamente debido a la confusión sanguínea. En un
principio, cuando los Dioses vinieron a la Tierra hace millones de años, revistieron su cuerpo
físico con una “coraza de fuego”. Luego en la lejana Lemuria, los Iniciados, Reyes y guerreros,
materializaban minerales por lo que solían llamarse “Hombres de Piedra”. Y, finalmente, en
pleno Kaly Yuga Atlante, los Dioses Traidores materializaban corazas de metal en torno a su
cuerpo las que los protegían de golpes de espada o lanza a la manera de nuestras medievales
cotas de malla. La coraza atlante de metal materializado es, por otra parte, el origen de la
leyenda judía según la cual Nimrod poseía las “vestimentas” que Adán y Eva lucieron en el
Paraíso. Las habría obtenido de Cam, uno de los hijos de Noé y, más adelante, luego de
luchar con Esaú, otro gran cazador, las habría perdido. Estas leyendas se hallan en los
Midrash talmúdicos Sepher Hayashar (Siglo XII) y Pirque Rabli Eliezer (90-130 D.J.C.) y
también en el Talmud Babilónico (500 D.J.C.), etc.
Los Guardianes del Umbral cuentan también con corazas y armas poderosas, entre ellas,
por ejemplo el “rayo Om” un arma atlante con la que los dulces “Maestros de Sabiduría” de
Chang Shambalá suelen desintegrar a los discípulos que se muestran díscolos.
Parece un enemigo terrible el así armado, pero eso es pura apariencia, sólo poderío
material. Los guerreros de Nimrod portarían el Signo hiperbóreo de Hk, la Runa de Fuego que
ningún “Demonio Inmortal” puede enfrentar. Y mucho menos los Doscientos Hiperbóreos
Traidores. Ese Signo representa para Ellos la verdad, el recuerdo inevitable del Origen Divino
abandonado. Y, como a la Gorgona, no les resulta posible mirarlo sin padecer grave riesgo.
Cuando la Torre estuvo lista se dispuso, en la torrecilla de la cúspide, una columna
metálica de hierro, cobre, plata y oro, rematada con una gigantesca Esmeralda. Dicha piedra
había sido entregada a los Kassitas por el Dios Kus cuando los comprometió en la lucha con el
Demiurgo Enlil, Jehová Satanás, cuya Morada estaba en Babilonia. Y según contaban los
Iniciados entre susurros, la Piedra Sagrada había sido traída de Venus por los Dioses que
acompañaban a Kus cuando llegaron a la Tierra, antes que el hombre existiera. Durante las
muchas décadas que duró la travesía de los “bárbaros”, desde la ladera del monte Elbruz, en
el Cáucaso, la posesión de este “Presente del Cielo” fue el estímulo que permitió afrontar todo
tipo de penalidades. Era el Centro en torno al cual se formaba la Raza; era el Oráculo que
posibilitaba oír la Voz de Dios y era la Tabula regia donde se podían leer los Nombres de los
Reyes. Era también el Signo Primordial ante el cual los Demonios retrocederían aterrados y
contra el cual ninguna potencia infernal tenía poder. Por su intermedio se abriría en el Cielo
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