Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 250
¨El Misterio de Belicena Villca¨
advenimiento del Enviado del Señor de la Guerra. ¡Es Su Voluntad que así sea! Pero esta
misión no podréis realizarla obrando como hasta hoy: la Estrategia exige que se dividan
los esfuerzos y que sólo una parte de Vosotros se ocupe de cada cosa. ¡Nos, pedimos
que Os separéis una vez más, la penúltima! Es preciso que en los aprestos para la
venida del Gran Jefe Blanco intervengan únicamente los Hijos de Vrunalda de Tharsis:
con ese objetivo deberán trasladarse desde ya a sus heredades de Germania, donde las
Damas serán cabeza de la Estirpe y sostendrán la ficción de su linaje germano y catalán.
Allí se mantendrán alerta hasta la Época en que surja un Emperador alemán afecto a la
Sabiduría Hiperbórea: El, con la colaboración de otras personas que en ese momento se
unirán a Vosotros, será quien eche las bases de la futura Orden en la cual el Enviado
recibirá la Más Alta Iniciación. Esa Estirpe de Tharsis ¡Qué Honor el suyo! estará junto al
Gran Jefe Blanco cuando declare la Guerra Total a las Potencias de la Materia. ¡Porque
la Sabiduría Hiperbórea de esa Estirpe, de esa Sangre de Tharsis, causará la Primera
Venida del Enviado del Señor de la Guerra!
Los Hijos de Valentina de Tharsis, en cambio, tendrán que regresar a España y
asentarse permanentemente en Turdes. Allí se dedicarán a guardar la Espada Sabia y a
cumplir la misión familiar, hasta la Época que surgirá un Hombre de Piedra que verá en
la Piedra de Venus la Señal Lítica de K'Taagar. Tal imagen le indicará un camino, que
deberá seguir sin vacilar. Tomará entonces la Espada Sabia y, acompañado por los
restantes Hombres de Piedra del linaje de Valentina, partirá hacia un País lejano y
desconocido donde será cabeza de una Estirpe nueva. ¡Sí, Señores de Tharsis! ¡A ese
Iniciado se le permitirá iniciar la Estirpe transmitiendo la herencia familiar por la vía
masculina! ¡Pero, después de Él, su descendencia continuará la tradición iniciática
matrilineal y se comprobará que los Hombres de Piedra proceden aún de esa vía! Y esa
Estirpe de Tharsis ¡Qué Gloria la suya! participará activamente en la Batalla Final!
¡Porque la Sabiduría Hiperbórea de esa Estirpe, de esa Sangre de Tharsis, causará la
Segunda Venida del Enviado del Señor de la Guerra!
Por último, Os haré una advertencia. Al fracasar los planes de la Fraternidad Blanca
en Europa, hay una parte de los mismos que también ha quedado neutralizada y de la
cual Vosotros lo ignoráis todo: es la que se refiere a la misión de Quiblón, el Gran
Sacrificador. Él iba a venir para Anunciar la Gloria y la Victoria de Israel con la Sinarquía
del Pueblo Elegido, e iba a ofrecer tres pueblos en Holocausto a El Uno. La Sinarquía no
podrá concretarse por ahora debido a Vuestra resuelta acción, pero es posible que en
una Época no muy lejana el Enemigo envíe de todos modos a Quiblón para forzar la
marcha de la Historia: será entonces muy difícil detenerlo. Sólo podréis intentar un
ataque generalizado contra el Pueblo Elegido, a cuya Raza El pertenecerá, mas lo más
probable es que consiga cumplir su misión. Pero ello no impedirá que se cumpla el
Destino de Gloria de la casa de Tharsis.
Señores de Tharsis: He dicho cuanto tenía que decir y no conviene, por motivos
estratégicos, agregar nada más. Os reitero el saludo de Navután y me despido hasta la
Batalla Final. O hasta que Vosotros coincidáis conmigo en otro kairos ¡Gracia y Honor,
Sangre de Tharsis! –les deseó el Señor de Venus, en tanto levantaba el brazo derecho para
expresar el bala mudra.
–¡Salve, Capitán Kiev! –respondieron los Hombres de Piedra, practicando también el bala
mudra, que era el antiguo saludo secreto de la Casa de Tharsis.
Quincuagesimoprimer Día
Inmediatamente después del saludo, el Señor de Venus giró su cuerpo y penetró por el
iluminado vértice del ángulo recto, dejando tras de sí a los Hombres de Piedra sumidos en
profundas cavilaciones. El primero en reaccionar fue el Noyo, quien observó que la Piedra
había desaparecido junto con el Capitán Kiev: mis antepasados, Dr. Siegnagel, pese a toda su
Sabiduría Hiperbórea, no alcanzaron a comprender en ese momento que la Piedra era el
Señor de Venus.
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