Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 204
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Hiperbórea afirma que el objetivo enemigo es más sutil y que su Estrategia apunta a controlar
el Espíritu del Hombre, en el hombre, vale decir, se propone controlar su Yo.
Cuando se realiza la crítica de la moderna cultura urbana del “Occidente cristiano” suelen
detallarse los “males” que ésta provoca en algunos individuos: la alienación; la
deshumanización; la esclavitud al consumo; la neurosis depresiva y su reacción: la
dependencia a diversos vicios, desde la narcosis hasta la perversión del sexo; la competencia
despiadada, motivada por oscuros sentimientos de codicia y ambición de poder; etc. La lista es
interminable, pero todos los cargos omiten, deliberadamente, lo esencial, haciendo hincapié,
en males “externos” al Alma del hombre, originados en “imperfecciones de la sociedad”. Como
complemento de esta falacia se argumenta que la solución, el remedio para todos los males,
es “el perfeccionamiento de la sociedad”, su “evolución” hacia formas de organización más
justas, más humanas, etc. La omisión radica en que el mal, el único mal, no es externo al
hombre, no proviene del mundo sino que radica en su interior, en la estructura de una mente
condicionada por la preeminencia de las premisas culturales que sustentan el raciocinio y que
le deforman su visión de la realidad. La sociedad actual, por otra parte, ha logrado judaizar de
tal modo al hombre corriente que le ha transformado –milagro que no puede ni soñar la
biología-genética– a su vez en un miserable judío, ávido de lucro, contento de aplicar el interés
compuesto y feliz de habitar un Mundo que glorifica la usura. Ni qué decir que esta sociedad,
con sus millones de judíos biológicos y psicológicos, es para la Sabiduría Hiperbórea sólo una
mala pesadilla, la cual será definitivamente barrida al fin del Kaly Yuga por el Wildes Heer.
En las tradiciones germánicas se denomina Wildes Heer al “Ejército Furioso” de Wothan.
De acuerdo a la Sabiduría Hiperbórea, el Ejército de Navután se hará presente durante la
Batalla Final, junto al Gran Jefe de la Raza Blanca.
Es conveniente resumir, ahora, varios conceptos complementarios de la Sabiduría
Hiperbórea, algunos de ellos ya explicados. Para la Sabiduría Hiperbórea, el animal-hombre,
creado por El Uno, es un ser compuesto de cuerpo físico y Alma. Como producto de una
Traición Original, perpetrada por los Dioses Traidores, el Espíritu Increado, perteneciente a
una Raza extracósmica, ha quedado encadenado a la Materia y extraviado sobre su verdadero
Origen. El encadenamiento espiritual al animal hombre causa la aparición histórica del Yo, un
principio de Voluntad inteligente: carente de Espíritu eterno, el animal hombre sólo poseía un
sujeto anímico que le permitía adquirir cierta conciencia y efectuar primitivos actos
psicológicos mecánicos, debido al contenido puramente arquetípico de tales actos mentales.
Pero de pronto en la Historia, por causa de la Traición Original, aparece el Yo en medio del
sujeto anímico, sumido en él. Así, el Yo, expresión del Espíritu, surge hundido en la entraña
del Alma sin disponer de ninguna posibilidad de orientarse hacia el Origen, puesto que él
ignora que se encuentra en tal situación, que hay un regreso posible hacia la Patria del
Espíritu: el Yo está normalmente extraviado sin saber que lo está; y busca el Origen sin
saber qué busca. Los Dioses Traidores lo encadenaron al Alma del animal hombre para
que la fuerza volitiva de su búsqueda inútil sea aprovechada por el Alma para
evolucionar hacia la Perfección Final. Sumido en el sujeto anímico, el Yo es incapaz de
adquirir el control del microcosmos, salvo que pase por la Iniciación Hiperbórea, la que
produce el efecto de aislar al Yo, del Alma, por medio de las Vrunas Increadas, reveladas
al hombre por Navután. Por eso la Sabiduría Hiperbórea distingue entre dos clases de Yo: el
Yo despierto, propio del Iniciado Hiperbóreo u Hombre de Piedra; y el Yo dormido,
característico del hombre dormido u hombre “normal”, común y corriente, de nuestro días.
Refiriéndose al hombre normal, se puede decir que el sujeto anímico, con su Yo perdido
incorporado, se enseñorea de la esfera psíquica, a la que puede considerarse, grosso modo,
como compuesta de dos regiones claramente diferenciables y distinguibles: la esfera de
sombra y la esfera de luz; ambas regiones están separadas por una barrera llamada umbral
de conciencia. La esfera de sombra guarda estrecha relación conceptual con la región de la
psique denominada Inconsciente que define la Psicología Analítica del Dr. C. G. Jung. La
esfera de luz, es básicamente, la esfera de conciencia, donde discurre la actividad del sujeto
anímico consciente durante la vigilia. El Yo, que es esencialmente una fuerza volitiva, nada
tiene que ver con la naturaleza temporal del sujeto anímico, pese a lo cual permanece sumido
en éste, confundido en su historia, artificialmente temporalizado, en una palabra, dormido.
Por eso la Sabiduría Hiperbórea distingue claramente entre dos formas del Yo: el Yo perdido
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