Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 16
¨El Misterio de Belicena Villca¨
vastas organizaciones convergen en una cúpula de poder, situada en algún lugar del mundo,
verdadero Gobierno Secreto al que llaman “Sinarquía Internacional”.
La Sinarquía habría desarrollado una Estrategia cuya ejecución ha de conducir a la
formación de un Gobierno Mundial que regiría sobre todas las Naciones de la Tierra. Las
diferencias y contradicciones que se advierten entre las grandes organizaciones mencionadas
serían de orden táctico y puramente exteriores; en los vértices de poder todas coincidirían y
los esfuerzos generales estarían encaminados a cumplir la Estrategia sinárquica.
En la ideología nacionalista es dogma, desde hace un siglo, que la Sinarquía ha sido
fundada por los judíos con la pretensión de asegurarse el dominio del Mundo y dar así
cumplimiento a profecías emanadas de la Biblia y a mandamientos del Talmud. Por eso los
nacionalistas que sostienen estas ideas suelen odiar ardientemente a los judíos.
No me sorprendió, entonces, la exclamación antijudía del Oficial Maidana; pero,
entendiendo que se trataba de una impresión apresurada, traté de hacerle comprender que
atribuir un origen judío a la cuerda homicida, sólo porque las medallas tenían forma de Estrella
de David, era cuando menos aventurado: en efecto, tal símbolo es utilizado también por otras
religiones o sectas como la Masonería, la Teosofía, los Rosacruces, las Iglesias Cristianas,
etc. Además, le dije, estaba la granada y el trébol constituyendo una combinación extraña; ¿y
las inscripciones indescifrables? ¿Y el cordón de cabello teñido? No. No sería tan fácil calificar
el conjunto.
Aunque parezca increíble, algo faltaba en la celda de Belicena Villca: el portafolio con
todos sus escritos. La policía, al enterarse de su contenido, y considerarlo como
absolutamente carente de valor, descartó de inmediato una posible sustracción y se negó
terminantemente a vincularlo al móvil del crimen: antes bien, intentó persuadirnos a nosotros
de que el portafolios pudiese haber ido a parar al incinerador del Hospital, sea por accidente,
sea por represalia de alguna enfermera fastidiada por el excesivo celo con que lo cuidaba la
enferma.
Capítulo IV
Yo se sabía en el Hospital sobre Belicena Villca. Llegó en Diciembre del 78 en una ambulancia
del Ejército. Dos fornidos suboficiales la acompañaron hasta la oficina del Director y
entregaron a éste, una carta del Jefe del 230 Regimiento de Caballería con asiento en Salta,
Coronel Mario Pérez, junto con un sobre conteniendo documentación y una ficha médica. En la
carta, nos informó luego el Dr. Cortez, el Coronel le solicitaba que ingresara como paciente del
Hospital a Belicena Villca “quien padecía una enfermedad mental debidamente comprobada
por los médicos militares que firmaban los estudios adjuntos”. La mujer, oriunda de la
Provincia de Tucumán, tenía un único hijo desaparecido durante la Gran Represión de 1977.
Ignorando el paradero de éste, y, aparentemente abrigando la certeza de que las autoridades
le negaban información, comenzó a moverse resueltamente por varias Provincias del Norte
argentino e incluso salió del país, viajando por el interior de Bolivia y del Perú. Esa conducta
resultó sospechosa para los Servicios de Inteligencia, quienes la sometieron a intensa
vigilancia y finalmente la detuvieron.
Fue durante los duros interrogatorios que se consideró la posibilidad de que Belicena
Villca estuviera mentalmente desequilibrada, por lo que, luego de las consultas a médicos
militares, se había dispuesto su traslado al Hospital Neuropsiquiátrico Dr. Javier Patrón Isla.
En cuanto al hijo, el Ejército nada sabía de su paradero ni si militaba en alguna organización
subversiva; su desaparición justamente alertó a las autoridades pues se pensó que había
pasado a la clandestinidad. Esta idea se afirmó al conocerse la sorprendente actividad de la
madre, asunto que motivó finalmente su detención. La información precedente la suministraba
el Coronel para que no se diera crédito a las historias o a los reclamos que pudiera hacer la
enferma.
Según el Dr. Cortez el tono de la carta no admitía réplica; era casi una orden internar a
Belicena Villca. En su criterio se debian considerar dos posibilidades: o la mujer enloqueció
durante el “interrogatorio”, o la historia que planteaba el Ejército era real. Lo que debía
descartarse de plano era una tercera variante: que supiera algo sobre la subversión... En ese
caso habría sido ejecutada. Corrían tiempos difíciles en ese entonces; la Argentina ocupada
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