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Flor Buendía
América Suárez
En agosto de 2013 (en Monterrey, Nuevo León), salí victoriosa de una enfermedad peligrosa: el cáncer. La verdad yo no sabía lo que estaba sucediendo en mi cuerpo hasta que me detecté una bolita en mi seno izquierdo. Los oncólogos me dijeron que había sido una de las consecuencias de mis problemas hormonales que había tenido previamente, ellos son los que se especializan en el cáncer.
En ese entonces estaba terminando un tratamiento de ocho años de depresión ansiosa, que me dejó muy delicada y con problemas de salud. Cuando terminó ese tratamiento me sentí muy feliz, precisamente porque ya me habían dado de alta. Y yo viví con mucha felicidad durante ese tiempo en el que ya no tenía que depender de alguna medicina y porque no pensaba que ahora iba a batallar con la enfermedad del cáncer.
Cuando me detecté la bolita creí que era un ganglio y fui con un ginecólogo para que me revisara. Él me hizo una biopsia y me refirió con un oncólogo. Ya para cuando estaba con el oncólogo fue cuando descubrieron que era cáncer. ¿Cáncer?
En el momento en el que supe que tenía cáncer estaba muy confundida porque realmente no sabía qué era esa enfermedad; no la conocía. Lo único que me llegó a la mente cuando me dijeron: “Tiene cáncer”, fue que se trataba de mi muerte.
Aunque yo siempre fui ama de casa nunca dejé de atender a mi familia y creo que esta experiencia es una de las más importantes de mi vida, pues la cambió totalmente tanto emocionalmente como físicamente. En ese momento fue cuando empezó mi tratamiento, por medio de una operación para extirpar el tumor.
Actualmente creo que esta experiencia transformó mi vida, la forma en la que la veía y la vivía. En pocas palabras creo que ahora soy una persona diferente.
Pasé de ser una persona que se preocupaba por el futuro a alguien que no se enfoca en el futuro y vive el presente intensamente. Al ser una experiencia muy fuerte para mi, cambió fuertemente mi perspectiva sobre todos los aspectos como mi alimentación, mi rutina diaria y practicar algún deporte. Me hizo mejor persona.
Toda mi familia en su momento se preocuparon por mí. Mis hijas estaban no se dieron mucha cuenta porque todavía estaban pequeñas, pero mis padres, mi esposo, mis amistades, todos ellos me apoyaron.
Creo que a todos ellos les afectó mi experiencia y claro que sí, se pusieron tristes, pero me echaron muchas porras todo el tiempo que pasé con esta enfermedad. Me animaron y me alentaron a seguir adelante.
Esta experiencia si cambió mi perspectiva porque yo era, como lo dije antes, una persona que se preocupaba por el futuro. Ahora, en cambio, vivo el presente al máximo y el futuro se lo dejo a Dios. Trato de disfrutar cada instante y acepto lo que pueda venir en el futuro sin preocupaciones.
Los involucrados, que siempre me acompañaron durante esta experiencia fueron los doctores, mi familia, mis amigos y yo.
Una experiencia parecida fue en el 2008 cuando me enfermé de depresión ansiosa. A lo mejor no fue tan fuerte, aunque sí estuve en tratamiento médico. Fue una experiencia que duró mucho tiempo, pero gracias a Dios, por medio de los doctores, fui saliendo adelante.
Se podría decir que fue parecida porque estuve cerca de los doctores. Sin embargo, esta experiencia del cáncer superó a la otra.
En cuanto al dolor que se siente en el tratamiento y la impresión que te llevas cuando te dicen que tienes cáncer, no se lo deseo a nadie, pero en cuanto al cambio y la forma de ver la vida sí. Cuando vives una experiencia fuerte es cuando más aprendes a vivir y a agradecer lo que tienes. Gracias a esto aprendí a ser fuerte y a vivir intensamente el presente sin preocupaciones por el futuro.
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