La música une los pueblos, es una frase común y algo desgastada ya, pero que es útil para describir Puente Atlántico, un disco en vinilo, que resume en dos palabras la fuerza de un proyecto musical con un enorme acento social, producido por el sello Sabor Discos con el apoyo de la Alianza francesa de Guatemala. Esta iniciativa centra su atención en dos de los grupos poblacionales más vulnerables de este país, los niños y los jóvenes que viven en los pueblos que circundan el Lago de Atitlán y que no cuentan con los recursos necesarios para nutrirse y aún menos para ir a la escuela. El Club Quetzal, amigos de Rigoberta Menchú creado por Vincent Simon en 1998, luego de un viaje revelador en Guatemala, es la asociación clave en esta operación de solidaridad, pues los recursos acumulados en la venta de los vinilos son destinados a los diferentes programas de interés social que intentan aportar un poco a la vida cotidiana
|
de estas comunidades. El contexto es más qué difícil en un país en el cual cerca de un millón de jóvenes con menos de 18 años y muchos niños y niñas tienen que trabajar, sus condiciones de vida son de pobreza extrema y en el caso de las comunidades indígenas en particular, el analfabetismo puede afectar al 60 por ciento de la población.
Puente Atlántico constituye el producto de un dialogo entre países, y representa un auténtico enlace y una conexión entre culturas tan diversas como la francesa y la guatemalteca que se pronuncian para luchar y dar aliento y un sustento a tales programas. El disco de acetato cuenta con variados géneros como la salsa y la cumbia, interpretada por los grupos La Cumbia Chicharra, Ocho y media y Cumbia ya, quienes donan una de sus últimas canciones y sus remezclas a la causa.
De un lado, se escucha la cumbia, un género y una danza nacida en el siglo XVII que como es sabido proviene de Colombia, y
|
que conjuga el sonido africano e indígena de la caña de millo, gaitas, tambor alegre, tambor llamador, tambora, caja, guache, maracas, acordeón, guacharaca, clarinete, y de otra parte el mismo vinilo invita a un viaje por Cuba, cuna de la salsa, un ritmo casi emblema de América latina en Europa y objeto de tantas innovaciones a través de los siglos.
Las tres agrupaciones y sus correspondientes aportes entretejen un disco rico y diverso, desde un ángulo con Cumbia Chicharra, proveniente de Marsella, conjunto que se creó en 2001 y que se inspira en grandes maestros como el legendario Lucho Bermúdez y figuras de la escena que siguen actuales como Los Corraleros de Majagual, Pedro Laza, Totó La Momposina, Lisandro Meza. Se trata sin duda de uno de los máximos y más antiguos exponentes de este ritmo en Europa, prueba de ello son sus numerosas presentaciones y giras en el ámbito internacional. Igualmente en este aparte se halla Cumbia Ya, que surge
|
en París, pone su toque con la voz y el son de sus 11 músicos y se consolida como un actor indispensable en la promoción de la tradición musical colombiana.
Desde otro ángulo, Ocho y media, originario de París, es un colectivo con 11 integrantes, su primer disco fue producido por Sabor Discos, y a partir de piano, timbales, congas, un bajo, bongas, dos trompetas, un trombón, saxofón y la voz de sus dos cantantes interpretan un repertorio de French Sauce Makers.
Cada voz, cada son urde la trama de un proyecto que conjuga mundos, ritmos, géneros, miradas, experiencias, historias y personas con ganas de ayudar y promover el cambio en este país, Sabor discos como asociación simboliza con claridad esta oportunidad para el intercambio cultural entre nuestras culturas, a través de una mirada abierta, sensible y con mucha sazón.
Jhon Alexander Rodríguez Castañeda
|