del amor!
-Querría que mi vestido estuviese acabado para el baile oficial -
respondió ella-. He mandado bordar en él unas pasionarias ¡pero son
tan perezosas las costureras!
Pasó sobre el río y vio los fanales colgados en los mástiles de los
barcos. Pasó sobre el gueto y vio a los judíos viejos negociando entre
ellos y pesando monedas en balanzas de cobre.
Al fin llegó a la pobre vivienda y echó un vistazo dentro. El niño se
agitaba febrilmente en su camita y su madre habíase quedado
dormida de cansancio.
La Golondrina saltó a la habitación y puso el gran rubí en la mesa,
sobre el dedal de la costurera. Luego revoloteó suavemente
alrededor del lecho, abanicando con sus alas la cara del niño.
-¡Qué fresco más dulce siento! -murmuró el niño-. Debo estar mejor.
Y cayó en un delicioso sueño.
Entonces la Golondrina se dirigió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz
y le contó lo que había hecho.
-Es curioso -observa ella-, pero ahora casi siento calor, y sin
embargo, hace mucho frío.
Y la Golondrinita empezó a reflexionar y entonces se durmió.
Cuantas veces reflexionaba se dormía.
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