Mi primera revista elprincipefeliz | Page 17

-¡Lo mismo que un pordiosero! -repitieron a coro los concejales. -Y tiene a sus pies un pájaro muerto -prosiguió el alcalde-. Realmente habrá que promulgar un bando prohibiendo a los pájaros que mueran aquí. Y el secretario del Ayuntamiento tomó nota para aquella idea. Entonces fue derribada la estatua del Príncipe Feliz. -¡Al no ser ya bello, de nada sirve! -dijo el profesor de estética de la Universidad. Entonces fundieron la estatua en un horno y el alcalde reunió al Concejo en sesión para decidir lo que debía hacerse con el metal. -Podríamos -propuso- hacer otra estatua. La mía, por ejemplo. -O la mía -dijo cada uno de los concejales. Y acabaron disputando. -¡Qué cosa más rara! -dijo el oficial primero de la fundición-. Este corazón de plomo no quiere fundirse en el horno; habrá que tirarlo como desecho. Los fundidores lo arrojaron al montón de basura en que yacía la golondrina muerta. 17