Mi primera revista ANAQUEL.26.MARZO.2020.b | Page 10

ANECDOTARIO C uentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua, inicio su travesía después de años de preparación. Pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se fue haciendo tarde… y más tarde. No se preparó para acampar, sino que siguió subiendo. Decidió llegar a la cima, hasta que se hizo de noche. La noche cayó con pesadez. En la altura de la montaña ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 200 metros de la cima, tuvo la mala fortuna de resbalar e inevitablemente se precipitó por los aires. La caída se produjo a una velocidad extraordinaria. El infortunado alpinista solo podía ver difusamente manchas oscuras en su tétrico recorrido hacia el abismo. Por su mente pasaron los momentos más angustiosos; pensaba que iba a ( morir. Sin embargo, de repente, sintió un tirón muy fuerte que casi le parte en dos. Como todo buen alpinista, había tomado la precaución de clavar apoyos y estacas de seguridad en la pared de la montaña. La soga le agarraba fuertemente de la cintura y le hacía pender sobre aire. Después de un momento de confusión, gritó por los aires: “¡Ayúdame, Dios mío!”. * * * 10