El grafeno es un material compuesto de átomos de carbono enlazados de forma muy peculiar, pues los carbonos se unen de forma hexagonal, como un panal de abejas; y es bidimensional, es decir, tiene un átomo de grosor. Por la configuración de sus átomos, el grafeno tiene muchísimas propiedades: tiene una dureza mayor a la del diamante, tiene una alta conductividad térmica y eléctrica, muy denso, elástico, más resistente que el acero y flexible.
Gracias a todo esto, el grafeno tiene muchísimas aplicaciones. Sin embargo, todavía hay problemas en su prodcción, pues el grafeno de más alta calidad se produce cuando son retiradas las láminas de grafeno de un bloque de grafito con cinta adhesiva. Este método es altamente ineficaz, y todavía no se ha desarrollado un método para su producción masiva.
Pero eso no impide que ya se hayan desarrollado varias aplicaciones. El grafeno aceleraría el cambio tecnológico que se ha producido en los últimos años mejorando las propiedades de la mayoría de los materiales.
Por ejemplo, se ha desarrollado el grafeno en filtros desalinizadores de agua por su densidad y permeabilidad en nanotubos de carbono, y ha demostrado limpiar el agua de mar o contaminada de manera efectiva y barata. Esto resolvería la crisis humanitaria que hay en varios países por la escasez de agua potable y el gran problema a nivel mundial por los cuerpos de agua contaminados gracias a la actividad humana. Nuestro futuro cambiaría para bien, reduciendo la contaminación del agua y procurando agua limpia para la humanidad.
El grafeno ha probado ser de gran utilidad en la biomedicina para tratar el cáncer y en prótesis; en la telefonía móvil aumentando la velocidad y durabilidad de los teléfonos celulares; en la industria alimentaria como bactericida y en envases biodegradables, etcétera. Aceleraría el cambio tecnológico cambiando la forma en que vemos nuestra vida diaria y el futuro.
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