Editorial
“Cambia lo superficial .Cambia también lo profundo .Cambia el modo de
pensar .Cambia todo en este mundo. Cambia el clima con los años .Cam-
bia el pastor su rebaño. Y así como todo cambia que yo cambie no es extraño.
Cambia el más fino brillante de mano en mano su brillo.
Cambia el nido el pajarillo .Cambia el sentir un amante.
Cambia el rumbo el caminante. Aunque esto le cause daño. Y así como todo
cambia que yo cambie no es extraño. Cambia, todo cambia, todo cambia
Cambia el sol en su carrera cuando la noche subsiste, cambia la planta y
se viste de verde en la primavera… Cambia el pelaje la fiera, cambia el ca-
bello el anciano Y así como todo cambia que yo cambie no es extraño…”
Julio Numhauser
Hermosa letra cantada e interpretada por Mercedes Sosa,
que nos lleva a sentir el movimiento inexorable y pujante de
la misma vida que nos interpela en lo cotidiano, en lo que
vamos viviendo.
La certeza del cambio, es una de las pocas certezas por no
decir la única, en la que los seres humanos vivimos, en que
lo que ha pasado ayer, no volverá a suceder, y lo que viene
hacia adelante es tan desconocido que aunque lo imagine-
mos o proyectemos como un deseo o anhelo, no sabemos si
podrá ser, porque de hecho hay variables que cambian.
Poner la intención en el cambio, es de alguna manera, po-
ner la intención en la vida misma que incluye movimiento
diario, solo detenernos a ver el paso del día, y cómo el plane-
ta gira alrededor del sol, en un doble movimiento rotación
y traslación, hace que ingresemos en la realidad de que no
podemos detener, lo que de hecho es, me guste o no me
guste, quiera yo o no lo quiera, hay movimiento, y por ende
hay cambio.
Hace un tiempo se publicó en un diario local que una per-
sona que había participado de un espacio de taller o pro-
grama de fortalecimiento y liderazgo, al final de ese evento
que duró 2 o 3 días, con dinámicas en las que abría, sin pie-
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