Mi primera publicacion Revista ESOA | Page 4

A los valientes del San Juan Ser marino implica convivir con el mar; un escenario incierto que amamos pero que sabemos más fuerte que nosotros y al cual no podemos controlar. Tan solo queda atrevernos a zarpar poniendo en juego experiencia, conocimiento y trabajo en equipo para asegurar el rumbo. Pero sobre todo carácter, porque pareciera que la naturaleza, en todas sus formas, intuye cuando le tememos. Samuel Johnson, un inglés, escribió que la profesión del marino tenía la dignidad del peligro. Y puedo coincidir con él. El marino acepta el riesgo para servir a una Nación; en ello reside lo esencial de la profesión de las armas. De eso se trata el juramento a la bandera; aceptar y tomar riesgo para servir a un proyecto común que uno considera más grande que el destino personal. Si le quitamos eso, el uniforme, las espadas o las marchas son tan solo ornamentales. Pero no es un riesgo irreflexivo que responde al vértigo sino un riesgo calculado que se asume en forma voluntaria debido al compromiso con esa misión grande de proteger. Y que se controla mediante el profesionalismo y la disciplina de un equipo que busca reducir su potencial a niveles razonables. Que jamás será igual a cero. Como en todo lo humano cada acción que acometemos está sujeta a la contingencia. Como en todo lo humano una larga serie de causas trenzan el destino. En ocasiones el potencial del riesgo se concreta. Ocurrió con el San Juan que ya no tomará puerto. Lo seguiremos buscando, pero sobre todo buscaremos conocer toda la verdad sobre su última inmersión. Solo ellos estuvieron ahí, pero creo que podemos tener algunas certezas. Al menos yo las tengo. Porque todas las tripulaciones que conocí se parecieron. Tengo la certeza de que cada tripulante cumplió con su deber. Tengo la certeza de que se mantuvieron serenos y no se rindieron. Tengo la certeza que en la hora se alentaron, pensaron en los suyos y cada uno se encomendó a su Dios. Tengo la certeza de que volverían a zarpar. No dudemos que se alegrarían si los recordamos con orgullo y aprendemos de ellos. No dudemos que les disgustaría que alguien use el nombre de su barco con otro objeto que no sea servir a nuestra tierra. Solo desde los valores se le puede dar sentido a la vida; solo desde los valores se le puede dar sentido a la tragedia. El marino cree que hay cosas esenciales por las cuales vale la pena luchar y la seguridad del puerto lo incomoda. Por eso, pese al riesgo y junto al riesgo, zarpa. Para sostener su promesa. Porque no hay otra manera de cumplir con nuestra misión que estando en el mar. Y seguiremos zarpando; una generación y otra. CN (R.E) Roberto A. Ulloa 2