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Redisgil nº 14
Julio 2019
CEIP “San Gil” Cuéllar (Sg)
El Aula Misteriosa
Mucha gente piensa que la suerte es inherente a cada individuo, es decir, que en el
mundo hay personas con buena suerte y personas con mala suerte. Yo nunca he creído en eso,
sé que nunca me tocará la lotería pero también sé que a menudo la fortuna me sonríe. No soy
una persona con suerte, solo trato de buscar que me pasen cosas bonitas.
Este año nos ha pasado algo muy hermoso, quizás hemos tenido un poco de suerte o
quizás hicimos un buen trabajo que facilitó que nos pasara.
El número de alumnos de nuestro colegio está aumentando cada año, creo que es porque
este Centro está trabajando muy bien, pero quizás pienses que solo es suerte. Ya son tres los
cursos desdoblados por ser muy numerosos, con cada desdoble hay que ocupar un aula más,
una para la clase del A y otra para la del B. Quizá dentro de algún año haya que ocupar el aula
de música y yo me quede sin una clase en la que he trabajado un montón. Si eso ocurre podría
culpar a la mala suerte, pero no es mi estilo.
Pensando en soluciones encontré un aula misteriosa. Parecía un vertedero, tenía basura,
muebles rotos, libros viejos y estaba repleta de objetos inservibles. Es una pena no haber sacado
una foto para que os hagáis una idea, era imposible llegar al final de la clase. Se cerraba con
llave y solo se abría con la intención de meter más deshechos. Era el antiguo laboratorio.
Se me ocurrió una idea obvia: sacarlo todo, reubicar los objetos que sirven y tirar los que
no se van a utilizar. Creo que soy un genio, porque se ve que en casi 40 años a nadie se le había
ocurrido.
Empecé un día sacando cartones viejos y sucios, las mujeres de la limpieza creo que pen-
saron que estaba loco, que era imposible deshacerse de todo lo había allí. Cada semana, cuando
entraba, me miraban y seguían mi proceso, al principio con incredulidad, poco a poco con el
mismo entusiasmo con el que yo me dedicaba a ello.
Saqué juguetes de infantil que ofrecí a mis compañeras, objetos y muebles rotos, viejos
y sucios que poco a poco se iba llevando el personal del Ayuntamiento con sus furgonetas. Con
el resto de profesores reubicamos un montón de libros viejos, los ordenamos y los colocamos
en el aula de inglés hasta que les conseguimos unos nuevos dueños, la Biblioteca Pública de
Navacarros (Salamanca). Devolví al AMPA carpetas con facturas y documentos de más de
veinte años. Tiramos antiguo material desfasado. Gracias a la profesora Daniela pudimos ceder
material de laboratorio a los dos institutos de Cuéllar. Reubicamos en los armarios empotrados
del aula algunos materiales maravillosos que fuimos encontrando. Desmontamos estanterías,
muebles, pizarras, recolocamos material del AMPA en el escenario del comedor. Abrimos ar-
marios con materiales químicos peligrosos que la empresa Syva, por medio de su ingeniera
química Miriam Arias, se encargó de recoger. Organizamos los armarios, encontramos mucho
material muy válido como insectos conservados en metacrilato y maquetas de partes del cuerpo
humano. Encontramos huesos, calaveras, productos tóxicos, fotos antiguas… Cada día allí era
una aventura.
Fueron muchos meses, muchas horas y mucho trabajo pero todavía quedaban sillas y
mesas que se podían utilizar y que no tenían cabida en ningún lugar del Centro. Me acordé
entonces de un lugar, al que yo llamaba “cuarto de los ratones” (aunque nunca se ha visto nin-
gún ratón allí) y fui a visitarlo.
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Redisgil nº 14
Julio 2019
CEIP “San Gil” Cuéllar (Sg)