No hay una prueba única que sirva para diagnosticar la GPA. Hay muchos factores que desempeñan un papel importante en el diagnóstico de esta enfermedad, entre ellos: síntomas, examen físico, análisis de laboratorio y estudios por imágenes, como radiografías, tomografías computarizadas o imágenes de resonancia magnética. Si el médico sospecha que el paciente padece GPA, podría solicitar un análisis de orina, un análisis de sangre para medir la función renal (creatinina) y un diagnóstico por imágenes de los pulmones mediante una radiografía de tórax o una tomografía computarizada.