Mi primera publicacion DIBUJOS_ANIMADOS | страница 9

en 1987 (se publicó un catálogo). Ha intervenido también en la exposición "II était une fois Walt Disney. Aux sources de l'art des Studios Disney", sobre las influencias del Arte Europeo sobre Disney celebrada en París (2006) y Montreal (2007), una exposición muy importante pero con comparaciones entre obras de Disney y de arte europeo a veces muy subjetivas y discutibles. En Italia el historiador Giannalberto Bendazzi ha intentado durante años, sin resultado, crear un Museo de la Animación. De nuevo hemos de volver a los EEUU para no deprimirnos. El 23 de febrero de 1985 se abrió en Hollywood The Craig Gallery, con una novedad: se exhibía y vendía arte de animadores no destinada la producción de películas, es decir la obra plástica de artistas que trabajaban en animación. Muchos de ellos pretendían hacerse un nombre como pintores y en distintas galerías expusieron o exponen sus obras con desigual fortuna. Es el caso de Marc Davis, de Ralph Bakshi, de Eyvind Earle... Otros se dieron a conocer en el mundo de la ilustración. Bill Peet, retirado del cine de animación, dedicó sus últimos años a la edición de cuentos escritos e ilustrados por él mismo. Otros eran ya dibujantes o pintores conocidos cuando Disney los contrató, como el ilustrador danés Kay Nielsen o el sueco Gustaf Tenggren. Disney trató siempre de contratar a reputados artistas, a veces aprovechando su paso por Hollywood, como hizo con Oskar Fischinger para Fantasía y con Salvador Dalí para Destino, un proyecto de 1946 que no llegó a finalizarse. Para Saludos Amigos contrató al pintor de Buenos Aires Florencio Molina Campos. Sus inconfundibles caballos son fácilmente reconocibles en la película de Disney. Las ambiciosas pretensiones artísticas de Walt y de sus dibujantes fueron consecuencia de su éxito. Blancanieves fue algo inesperado e insólito. En los medios artísticos y universitarios se recibió como una obra de arte, en 1938 la universidad de Harvard concedió a Disney el Master of Arts Honoris Causa y la de Yale el Master of Fine Arts Honoris Causa. Walt Disney parecía haberse convertido en uno de los más aclamados artistas plásticos americanos. Por supuesto esta opinión no era general, pero muchos artistas se dejaron seducir por este nuevo arte de las "pinturas en movimiento". Por poner un ejemplo cercano, mi padre, que era un conocido pintor, a partir de ver las "Sinfonías tontas" sintió el gusanillo de probar con los dibujos animados, aunque nunca llegó a hacerlos. Para él Dumbo era una obra de arte y el sueño de los elefantes rosas lo mejor de Disney a nivel plástico. Y en el mundo del cine Disney era aclamado como uno de sus genios, a la altura de Charles Chaplin. Hasta Eisenstein se mostró atraído por su obra y escribió artículos sobre ella (pueden leerse en francés en el libro Sergueï Eisenstein. Walt Disney, publicado en 1991 por Circé). Pero, tras las primeras sorpresas y la admiración general que produjeron sus películas de los años 30, la obra de Disney y la Animación en general quedó relegada a un segundo plano, reducida a la consideración de un trabajo cinematográfico de ilustradores infantiles, un arte popular y menor. Ese radical cambio de visión sobre el arte de Disney se inició en 1940 con el estreno de Fantasía. El MoMA siguió apoyándole y pidió a Disney acetatos de esta película para su colección permanente, como había hecho con Blancanieves. Algunos críticos la consideraron su mejor película y uno de los grandes hitos de la Historia Cine. Pero una parte importante de la crítica no tuvo compasión con la desmesurada ambición artística de la que Disney parecía hacer gala en Fantasía, que se promocionaba con un lujoso libro: Walt Disney's Fantasía, por Deems Taylor, publicado en 1940 por Simon and Schuster en Nueva York, y varias publicaciones sobre cada parte de la película. Algo que molestó profundamente a muchos fue el que Disney se atreviese a dar su "interpretación" visual de intocables clásicos de la música y que se cometiese el sacrilegio de hacer pequeñas modificaciones en las partituras para sincronizarlas con la imagen. Esto no era nuevo, se llevaba años haciendo en el cine mudo, que se acompañaba de piezas de repertorio ajustándolas a las imágenes y, ya en el cine sonoro, los cortometrajes de animación se acompañaban de músicas clásicas de repertorio muy modificadas. La diferencia era que en estos casos los espectadores iban a ver una película acompañada de músicas y ruidos, mientras que en Fantasía iban a ver y escuchar un concierto con imágenes. Pero las quejas de los puristas musicales no fueron las únicas.