En el libro de John Canemaker de 2001 Walt Disney's Nine old Men & The
Art of Animation podemos leer que el personaje de Cenicienta se repartió
entre Eric Larson, Les Clark y Marc Davis y que, a pesar de que los tres
trabajaban con rotoscopias del rodaje con la actriz Helene Stanley, sus
dibujos no se parecían en nada, así que hubo un tercer dibujante, Ken
O'Brien, encargado del clean up o limpieza, pero más bien de recopiar
sus animaciones igualando el personaje. Así que los animadores
recibieron con los brazos abiertos el sistema Xerox que permitía
fotocopiar sus dibujos y llevarlos a la pantalla sin manipulaciones
posteriores y sin pasar por las entintadoras. Por vez primera reconocían
su trabajo en la pantalla. Aunque también con el Xerox existían los
intercaladores y había ayudantes que pasaban a limpio los dibujos
abocetados de los animadores. Pero por lo menos el sistema Xerox
respetaba los dibujos de los ayudantes, y los animadores se esforzaron
en dejar sus propios dibujos mucho más acabados, ya que iban a verse
en pantalla. Aunque no lo suficiente, para el gusto de Disney. Para él los
dibujos casi abocetados que se veían en pantalla recordaban al
espectador en cada momento que lo que estaba viendo era un simple
dibujo, rompiendo la ilusión de algo vivo y corporal. Pero el sistema
Xerox era algo tras lo que Disney llevaba muchos años. En American
Cinematographer de marzo de 1941 se publicó el artículo "Growine
Paints", escrito por Walt para SMPE: "The full inspiration and vitality in our
animators pencil drawings will be brought to the screen in a few years
through the etimination of the inking process" ("Toda la inspiración y
vitalidad de los dibujos a lápiz de nuestros animadores aparecerán en la
pantalla en unos pocos años gracias a la eliminación del proceso de
entintado").
En este mundo nuevo del Arte de la Animación una fotocopia puede ser
mucho más original y responder más a las pretensiones del artista que
una imagen finamente trazada con tinta y cuidadosamente coloreada
sobre acetato. Y un simple y tosco boceto del animador puede tener
mucho más valor que el mismo dibujo retocado y terminado por un
ayudante.
Los materiales mejores para un museo no son necesariamente los
preferidos por los coleccionistas que buscan las escenas más
representativas y con el mejor acabado posible. En las guías para
coleccionistas como la Animation Art Buyer's Guide encontramos reglas
de oro para escoger los materiales: buscar un personaje principal en una
escena representativa, de frente, grande y centrado, con los ojos
abiertos... reglas que sin duda permiten al coleccionista tener una buena
imagen-recuerdo de la película pero que no tienen ningún sentido en la
colección de un museo. Los museos tienen que crear sus propias
colecciones con sus propios criterios. Pienso que aún estamos a tiempo.
Hay que ponerse manos a la obra.