Mi primera publicacion Catálogo de Pensar coas mans | Page 384

colectividad naturaleza, medio que el arte debe interpretar y trascender para no confor- marse con la simple reproducción. Progresivamente, el detalle se valorará más positivamente como parte de un todo (el ornamento al servicio de los modelos de la estatuaria griega o de las catedrales góticas), pero nunca de manera única. Además, la proliferación y profusión del decorativismo siempre se va a identificar con la decadencia de un estilo. A comienzos del siglo xx el arquitecto Adolf Loos, con su revolucionario escrito Ormanento y Delito5, se distancia de esa identificación detalle-femenino, pero sí alerta sobre la vacuidad del decorativismo en la modernidad y del peligro de traer con esta práctica la seriación de la mecanización frente al detalle indus- trializado pero de cuidado «artesanal» que conforma un objeto de calidad, como sería el caso de los componentes de un Rolls Royce, idea que también recoge el filósofo contemporáneo Baudrillard. La realidad artesanal se basa, por tanto, en el detalle o en lo pequeño, pero en un proceso que también abarca idea, observación, ensayo, repetición, transformación… Esa concentración de pensamiento y oficio manual está presente en las piezas que se producen a mano en la actuali- dad. La identidad de un territorio o los elementos naturales parecen absor- berse de su contexto para formar parte de determinados recipientes o joyas (el Premio Artesanía de Galicia 2018 a Ana Tenorio por su juego de café ejemplifica esta filosofía de trabajo). La artesanía acaba de conquistar en los últimos años un lugar en el que coexiste con otras especialidades creativas, en el que hace ya tiempo se han desvanecido las fronteras de los lenguajes formales y clasificaciones sexistas académicas. Por otro lado, la presencia de la mujer en la artesanía es común al papel de la mujer en la historia de los trabajos. Si el gremio es una organi- zación masculina, el papel de las mujeres artesanas se entiende dentro de esa menor dedicación histórica a los oficios hasta prácticamente el siglo xx. La autoría de las mujeres en la artesanía de Galicia no es ajena al contexto general de los siglos pasados. En el caso de las tres artesanías que nos ocupan cabe señalar que, en lo relativo a la cerámica, gracias a los estudios de Luciano García-Alén6, conocemos el trabajo de las oleiras (alfareras) galegas en el campo tradicio- nal. En la olería (alfarería) de Portomourisco existe una clara dedicación de las mujeres alfareras, que utilizaban el torno bajo —más fácil de usar y transpor- tar— y trabajaban intensivamente durante el verano7, mientras los hombres se encargaban del horno y de la comercialización. En Gundivós, caracterizado también por el uso del torno bajo, la presencia de las mujeres está clara- mente recogida por García Alén; ya más cercanas en el tiempo destacan nombres como la alfarera de Gundivós, Obdulia Rodríguez, actualmente jubilada, artesana que alude a una tradición antigua, con una técnica de torno bajo que produce un tipo específico de recipientes. Muchas mujeres colabo- raban en los trabajos derivados de la cerámica, desde llevar los «cacharros» al horno hasta venderlos, caso de las regateiras de la aldea de Loñoá das Olas8, que se encargaban de comercializar los recipientes alfareros.