Era una noche realmente lluviosa de julio La gran plaza había encendido la
mayoría de sus lámparas, así como en otro pequeño lugar se montaba la
pantalla para la respectiva noche de películas que cada viernes se hacía. Algunos puestos ya se retiraban y los locales cerraban sus cortinas. Eran las ocho, cuando un trío de jóvenes cruzó corriendo, primero por el
sitio de películas, tratando de no resbalarse por la humedad de las calles.
Por cada paso que daban, la lluvia parecía ser más agresiva.
-¡Mierda, ya no alcanzamos taxi! -Gritó la única mujer del trío. La chica, o
al menos así dijeron las personas que la vieron, tenía el cabello rizado,
piel clara y, como la mayoría de las féminas de Amare, no muy alta y con ojos
grandes y cafés claro.
-No creo, no dejan de pasar hasta las nueve.-Afirmó el chico que parecía
estar a la derecha de la chica. Los mismos testigos dijeron que el joven era
de la misma altura que su amiga, que era un poco más moreno y su cabello era corto, así como tener un cuerpo algo ancho.
-¡Esperen!-Gritó el último joven. Corría lento. según las personas, era quien
se estaba quedando atrás, parecía que tarde o temprano le daría un ataque, y
eso que se veía más alto y un poco menos ancho que su amigo, sólo un poco.
Tenía la piel algo clara, ni tan blanco como la chica y ni tan moreno como el
otro joven. Su cabello era medio largo y sus ojos parecían pequeños.
Después de cruzar la plaza, se metieron a una calle que era un poco más, oscura, menos transitada y con uno que otro bache en el camino. Caminaron otros cinco minutos hasta toparse con la base de taxis improvisada.
Ya sólo quedaba un vehículo orillado, pero no tenía el letrero que indicaba
que iría a Valle, otra delegación de Amare.