Mi libro mi vida en la prensa escrita | Page 97

Página 97 de 102 Extrañamente, un individuo que estaba cerca de Sadat, no resultó siquiera con un rasguño por la acción de las balas. Ese hombre fue Husni Sayyid Mubarak, quien asumió el cargo el 14 de octubre de 1981 y lo hicieron soltarlo el 11 defebrero del 2011. Cualquiera hubiese creído que las protestas multitudinarias hicieron que Mubarak renunciara, tal y como se consignó a la prensa egipcia y mundial. Nó, no fue así. Bastó una llamada desde el Ministerio de Defensa para que el dictador (que lo fue a lo largo de 30 años), dejara la silla del gobierno obedientemente. Hoy guarda prisión a cadena perpetua por los delitos de crímenes de lesa humanidad que perpetraron él y sus hijos en contra de los opositores al régimen y de otros ciudadanos inocentes. Simplemente Mubarak dejó de obedecerle al ejército en su último año en el poder, se enfrentó a los militares y no supo más engañar a los egipcios con su palabrería y propaganda que decía que todo andaba bien en el país. Hace pocas fechas, el nuevo presidente, Mohamed Mursi, también fue bajado del poder por los soldados inconformes, quienes, además, han azuzado al pueblo para que se levante en las calles y demuestren el mismo descontento de las fuerzas armadas. Por supuesto que todo es parte de la manipulación a la que someten a los ciudadanos, quienes creen a pies juntillas que el ejército es el garante y protector de la democracia y está con ellos. Es cuando el comandante del mismo ejército, Hassan al-Roweny, les ha dicho a los manifestantes reunidos en la Plaza Tahrir de El Cairo, que "todo lo que ustedes quieran se cumplirá.” Una mentira, una falacia, del tamaño de las pirámides de Keops y Mikerinos, que dominan las arenas del Sahara oriental. Otro personaje ha asomado su cabeza en este panorama sombrío por el que atraviesa el país. Se trata de Abdelfatá al Sisi, alto oficial de la Institución castrense, quien, entre palabras más, palabras menos, ha asegurado que "nuestras fuerzas armadas no necesitan permiso para llevar a cabo sus labores patrióticas para preservar la seguridad y hacer frente a la violencia dentro del marco de la ley, sin recurrir a medidas arbitrarias.” Si derrocar a uno tras otro del seno del gobierno, pasear por las calles y avenidas de El Cairo su poderío bélico, evidente en tanques de guerra y otros blindados, no es arbitrario; entonces no sabemos realmente qué es lo arbitrario y qué no lo es. También Al Sisi ha explotado la idea de que el Estado y el país entero se encuentran en peligro permanente por las acciones de terroristas y contrarrevolucionarios que quieren solamente el caos para Egipto. Es cuando ha dicho: "(…) hemos iniciado una guerra contra el terrorismo. (…) El llamamiento va en línea de la protección de la revolución y el Estado.” ¿Cuál revolución? Preguntamos, si lo que ha habido en esta nación árabe ha sido derrocamiento tras derrocamiento por parte de la oficialía que, seguramente, está probando cuál de sus títeres sirve para los intereses y la manipulación de la soldadesca y cuáles nó. Actualmente, la inconformidad se manifiesta en las posiciones de los Hermanos Musulmanes, del partido salafista Al Nur y del Movimiento Juvenil 6 de Abril, grupos que no han escatimado en nada para hacerle ver a los militares que no están de acuerdo con sus acciones. Gehad el Haddad, portavoz de los Hermanos, escribió en su cuenta de la red social Twitter, que las declaraciones que han partido desde el Ministerio de Defensa son un "claro llamamiento a la guerra civil de un golpe de Estado militar sediento de sangre, que se siente arrinconado sin salida y pese a que muchos líderes mundiales le apoyan.”