Mi libro mi vida en la prensa escrita | Page 85

Página 85 de 102 Arabia Saudita; Líbano “ni pincha ni corta” y, por el contrario, recibe atentados terroristas del Daesh cuando a estos yihadistas enloquecidos se les ocurre; Jordania en silencio, con el perfil bajo, como si la cosa no fuera con ellos; Turquía, que debería atacar con todas sus fuerzas a los terroristas en la vecina Siria, de dedica, contrariamente, a atacar a los valientes kurdos que son los únicos que han derrotado al Daesh sobre el terreno; Egipto tiene otra dictadura en Husein Jalil Al-Sisi, reñida con los derechos humanos que presuntamente los estadounidenses tanto defienden. Y en el caso de Túnez, el primer país que comenzó con la mal llamada “primavera árabe”, su democracia es tan frágil como su ejército, incapaz de defenderse a sí mismo cuando se dé el caso. Entonces Mr. Obama, ante este desajuste general en la región árabe, ¿Por qué insiste en crear el acabose en Siria, una nación que de no ser por Bashar al-Assad, por su perseverancia y persistencia en el poder, ya hubiera desaparecido en las garras del Daesh? Es desquiciado, falto de toda lógica, escucharle a Barack Obama exigirle a Vladimir Putin que, para formar una coalición para acabar con el Daesh, al-Assad tiene que irse del poder. ¿Y a quién pondría Obama en su lugar? ¿Está Siria capacitada para efectuar elecciones democráticas y generales en medio de la destrucción en la que se encuentra? ¿O es que Obama quiere dejar “al garete” a Siria, tal y como lo hizo con Libia y que sea pasto de las llamas provocadas por el terrorismo del Daesh? El pobre y juguetón negro que habita en la Casa Blanca no sabe ni qué es lo que quiere. Ya no piensa, ya no razona, ya no atina a decir algo diferente; y la verdad es que Rusia, Vladimir Putin y su Estado Mayor, no necesitan de los Estados Unidos para barrer a los asesinos del Daesh y borrarlos de la geografía de la Tierra. Obama ya no le hace falta - creo-, ni a su propia esposa y esa es la verdad que persiste y subsiste en su mediocre vida. Los analistas internacionales en casi todas las naciones del mundo, en los programas donde participan en paneles de discusiones y diálogos, así como en las páginas de los periódicos del orbe, coinciden en señalar que Obama no quiere enviar tropas de infantería ni sus blindados a Siria e Irak, no por defender y preservar las vidas de esos soldados y que sus esposas, madres, hermanas e hijos no los lloren después cuando caigan en combate, sino porque no quiere terminar su pésima administración presidencial como el mandatario que no sostuvo su promesa de no enviar más contingentes a Oriente Próximo y que expuso las existencias de los soldados norteamericanos ante el fuego yihadista. En palabras más sencillas, Barack Obama trata de jugar, de manipular, a la opinión pública de su país; pero a costas de su desprestigio, de su inacción, de su blandengue política internacional ante la que no toma ninguna decisión por mínima que esta sea. Obama trata de pasar a la historia como un excelente presidente de los Estados Unidos; pero esa ambición el mismo pueblo estadounidense no la acepta, no la digiere, no la mastica, porque se ha dado cuenta cabalmente de que la imagen y el poderío de su patria, se han perdido a lo largo de estas dos administraciones del primer mandatario negro de la nación americana. A no dudar, sin temor a equivocarme, el próximo gobierno será republicano y los demócratas van a ser barridos en las urnas estrepitosamente, según le sucedió igual a Carter ante Ronald Reagan. Y Barack Obama pasará a la historia no como lo que quiere ser, “un modelo de presidente” que defendió las vidas de sus soldados; sino como un gran irresponsable, un inmaduro impresionante, que, con su absurda decisión de no combatir al yihadismo, hizo crecer aún más y con muchísima rapidez a las hordas de asesinos que componen al Daesh.