Página 58 de 102
Esta situación, ante los ojos del mundo, es penosa, muy penosa. Assad se mantenía
con un poco de esperanza debido a la ayuda iraní en el plano militar; pero se ha ido
cortando en las últimas fechas, debido al pacto que el gobierno de Teherán ha firmado con
los Estados Unidos.
Y es aquí donde Obama ha metido nuevamente la pata hasta el fondo. Con toda
seguridad ha obligado a los iraníes a abandonar a Siria, como parte de los acuerdos
antinucleares que firmó con Irán. Y al obligar a ello, la Casa Blanca ha permitido que el
Estado Islámico, los rebeldes sirios, hoy unidos a al-Qaeda, pronto derroquen y maten a al-
Assad, según el derrotero del conflicto en este país. Pero lo peor no sería la muerte el
dictador, sino la caída de toda Siria en manos de los yihadistas fanáticos y asesinos.
Entonces, el primer objetivo del Estado Islámico en su conquista del Oriente Próximo y el
sur de Europa, será alcanzado mediante la victoria en esta nación. Nuevamente los Estados
Unidos cambiando la fisonomía del mundo en detrimento de la humanidad entera.
Recordemos que el advenimiento de Hitler fue culpa de los aliados liderados por los
Estados Unidos; más cercana aún en el tiempo, la fundación de la República Islámica de
Irán por parte del Ayatolláh Komeini; el caos que sufren Irak, Afganistán y Libia, también
son culpa de los norteamericanos y sus aliados británicos, que expulsan a los dictadores y
dejan a esos países sumidos en el peor de los caos. Aquí es donde nos damos la mano la
líder francesa, Marine Le-Pen y yo, pues coincidimos en esa apreciación a plenitud. Y nos
damos la mano derecha, por cierto.
En conclusión, era mejor la dictadura de Gaddafi a lo que nos muestra Libia hoy
día, otra nación cercana a caer en las garras sangrientas del Estado Islámico.
¿Qué debería hacer Bashar al-Assad? Y lo debió haber hecho desde que
comenzaron las revueltas de los rebeldes en contra de su gobierno… marcharse a un exilio
dorado, como debieron haber resuelto también Gaddafi y Hussein, amparados por sus
millones de petrodólares. En el caso del dictador sirio, no sé a qué demonios juega su
esposa en este libreto, pues debería persuadirle de salvar su vida a favor de los tres niños
que tienen en común. Sería traumático para esos pequeños ver la forma como los yihadistas
le cortan la cabeza a su padre, lo cual es inminente que suceda si no toma cuanto antes un
avión hacia Rusia u otra nación amiga, para comenzar su tranquilo exilio. El final de este
individuo no es posible imaginarlo de otra manera y lo peor radica en que arrastrará a toda
su familia y ayudantes cercanos a esa carnicería que el Estado Islámico hará con ellos.
Las últimas informaciones que nos han llegado desde Siria, dicen que los rebeldes
se han unido con la facción de al-Qaeda en ese país, que, al conquistar un territorio, se lo
ceden de inmediato al Estado Islámico. En otras palabras, los independentistas sirios se han
unido al diablo configurado en los seguidores de Osama bin-Laden. Han tomado la ciudad
de Jisr el Shugur, uno de los últimos bastiones del régimen en la provincia de Idlib. Es
evidente entonces que al-Assad ya no gobierna, ya no dicta en nada, ni sobre nada; ya no
tiene país. Solamente le siguen algunos soldados que se niegan a ver la inminente derrota y
la posible decapitación de ellos por parte de los yihadistas del EI.
Los siguientes objetivos militares, según se desprende de las declaraciones de los
líderes rebeldes, serán Latakia, en la costa occidental, considerado el feudo de la familia
Assad; posteriormente se desplazarán hasta Alepo, la segunda ciudad en importancia de
Siria, después de la Capital, Damasco.