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En conclusión: ¿Será necesario un atentado a gran escala y muy significativo en
los Estados Unidos, para que el indolente e incapaz Barack Obama reaccione? Quizás sí. En
todo caso, el Daesh ya ha amenazado con ello; lo mismo que al Vaticano; y todos sabemos
que lo harán, que atentarán y que, muy posiblemente, ello empuje a las potencias a
combatirlo de verdad. El punto de partida es muy duro, el precio es muy alto; pero de otro
modo… simplemente seguirán con los brazos cruzados observando las decapitaciones y los
demás excesos criminales del yihadismo, como si el problema no fuera con occidente.
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La Geopolítica Extraviada de Obama
Una inmensa mayoría de los habitantes de este planeta estamos inconformes con el
presidente de los Estados Unidos, Barack Obama; y más que inconformes, estamos
disgustados. Su anti-política, sus paños tibios (peligrosísimos) en referencia al Daesh o
Estado Islámico, nos han decepcionado a todos alrededor del mundo, a tal extremo que
deseamos que termine su gestión presidencial cuanto antes, que los meses corran raudos y
se elija al nuevo mandatario estadounidense. Pero Obama tiene que irse del gobierno. Si se
pudiera pronto, muy pronto… mejor.
Es cuando tomamos como ejemplo la reprimenda que le dio la periodista Tomi
Lahren al mismo Barack Obama, en su espacio de televisión llamado “One America News
Network’s On Point with Tomi Lahren”, al decirle, “las prioridades en su programa, señor
Obama, han sido equivocadas: desde el cambio climático y la desigualdad salarial, hasta la
lucha contra el racismo blanco y otros. (…) El islamismo radical se está convirtiendo en
una norma, dejando de ser una excepción: los moderados de ayer se convierten en los
terroristas de hoy.” Le espetó la bella joven y agregó para finalizar, “(…) lo he recibido
como la estrategia del fracaso: esta mentalidad de mitad de camino, semi-cocida, andando
de puntillas, la de no ofender a yihadistas, está impulsada por esta Administración,” señaló
en referencia al gobierno liderado por Obama.
Y es que, en otros tiempos, los presidentes de los Estados Unidos, cuando
secuestraban, asesinaban o atentaban contra ciudadanos o bienes del país, actuaban en
consecuencia; pero en el caso de Obama, a pesar de que los terroristas del Daesh o ISSIS
decapitaron al periodista James Foley, la respuesta fue pusilánime, extraña y reñida con el
ser histórico y natural del estadounidense. La imagen de la gran potencia mundial de frente
a la opinión pública global, luce débil, “sin cabeza”, como si hubiese sido decapitada
también moralmente por los terroristas del Daesh; impresiona saber que en la Casa Blanca
no hay un presidente capaz de hacer respetar a su país por asesinos más débiles, mucho más
inseguros de lo que presuponen ser.