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Los Negros de los Estados Unidos están Hartos
Sin temor a equivocarnos, cada 5 meses –o quizás menos-, la policía estadounidense,
conformada por hombres blancos en su inmensa mayoría, asesina a mansalva a ciudadanos
negros también norteamericanos. La primera vez, se tiende a creer que fue un error, incluso
la segunda ocasión también; pero notamos que las escenas se repiten una vez más y las
víctimas no cambian desde el punto de vista racial, pues siempre son negros los ultimados.
Esa clase de policías, a todas luces racistas portadores de un inmenso odio hacia los negros,
están sumiendo a los Estados Unidos en una enorme tensión social o ciudadana, en la que
los hombres y mujeres de color ya no soportan la persecución de la que son objeto de
manera abierta y descarada. Y es que a la policía de los diferentes Estados de la Unión
Americana, no les preocupa en nada lo que el mundo y la opinión pública interna del país,
pueda pensar de ellos; tampoco les importa que la justicia los persiga, encarcele y los
juzgue. Ante tal panorama de violencia y homicidios, tendemos a pensar que una cúpula
compuesta por varios agentes policiales de alto rango, son quienes dirigen y propulsan esos
crímenes. Son quienes ordenan desde las comisarías para que maten aquí y allá a los negros
indefensos.
Si queremos partir de una premisa histórica, los negros nunca quisieron emigrar a
los Estados Unidos –y tampoco a las islas del Caribe-; es más, nunca emigraron, sino que
llegaron exigidos por las circunstancias, por la piratería inglesa y francesa que los raptaba
del África, para ser vendidos en los mercados de esclavos ubicados en Jamaica y Haití; y de
ahí, hasta las plantaciones de maíz y algodón en suelo estadounidense. La emancipación
posterior fue dolorosa, sangrienta y divisoria de todo un país a raíz de una guerra de
liberación y abolición de la esclavitud. Incluso se cobró la vida de un presidente al que
todos conocemos por las referencias históricas, llamado Abraham Lincoln, quien fue
asesinado en un teatro por uno de los tantos racistas y esclavizadores que siempre han
abundado en esta enorme nación.
Si tomamos en cuenta la anterior reseña, caeremos en la cuenta de que los negros
están en los Estados Unidos, no por accidente, sino por la decisión de los desalmados
piratas que surcaban los océanos cometiendo sus tropelías y fomentando la esclavitud de
estos seres humanos, tan humanos como usted o como quien suscribe este artículo de
prensa. De tal manera, los negros nunca inmigraron voluntariamente y mucho menos en
oleadas; tampoco llegaron a quitar fuentes de empleo a los norteamericanos, ni a ejercer la
delincuencia ni movimientos revolucionarios armados. Es así como, después de la
emancipación, la adaptación a la vida normal estadounidense ha sido, en el transcurso del
tiempo, difícil… tan difícil, que hasta la fecha no han logrado sentirse totalmente adaptados
a esa idiosincrasia.
La raza negra ha dado a los Estados Unidos los mejores atletas, los mejores artistas
musicales y han colaborado a la grandeza de esta nación, sin ninguna mezquindad ni sesgo
de odio en sus corazones. Pero los blancos les han pagado mal. Recordamos al velocista
Jesse Owens, el mismo de las Olimpiadas de Berlín en 1936, durante el gobierno nazi de
Alemania, quien se dejó decir durante su estadía en Berlín: “En los Estados Unidos yo no
puedo entrar a ningún hotel por la puerta principal, como lo estoy haciendo ahora en esta
ciudad alemana; tampoco puedo viajar en los autobuses ni en los taxis, como sí lo estoy
haciendo aquí.”