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Aquí es donde deberían intervenir los editores de los periódicos y telediarios para
rectificar a sus empleados y hacerles decir la verdad; al fin y al cabo el periodismo se basa
en la verdad y por sí solo es verdad.
Recordemos que la definición de presidente de una República nos dice que es
aquella persona que ha sido electa libremente por la mayoría de su pueblo en elecciones
libres, honestas y transparentes y ejerce su cargo designado por el mismo pueblo,
respetando a las leyes establecidas, a la Constitución del país y a los Poderes que componen
al Estado. Además, el rasgo más evidente de un mandatario democrático radica en que su
período presidencial solamente abarca un tiempo determinado y no hasta que él decida
bajarse del gobierno o cuando le apetezca, según hemos visto en los dictadores de América
Latina. Y lo esencial… respetan a los opositores de su gobierno e ideología, no los
encarcelan ni persiguen (¡!), como vemos que sucede en las dictaduras y tiranías alrededor
nuestro. Es por ello que, entre otras razones, deploramos y no deseamos quienes gozamos
de auténtica libertad, más celebraciones de esas “cumbres”, que son tan innecesarias como
ineficaces en nuestra realidad centroamericana y latinoamericana en general.